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El Calatrava, incubadora de ideas

Crecepelo, pulseras antidroga o juegos caninos, apuestas en la pionera feria de emprendedores escolares de Buenavista

Por la izquierda, los alumnos de Ventanielles Ambar Celeste, Yeray Toro, Pedro Fernández, Natalia Garrido, Asier Guitián, David Veiga, María Gutiérrez y Marco González, con su proyecto de pulseras para detectar el consumo de alcohol.. | JAIME CASANOVA Lucas Blanco

Un milagroso gel capaz de hacer aflorar el pelo “como si fuera césped”, una pulsera “chivata” de los jóvenes que en las noches del fin de semana beben, fuman o se drogan o una amplia gama de juguetes específicos caninos pensados para “los perros más traviesos”. Estos son solo algunos de los aproximadamente cien proyectos empresariales propuestos por unos 600 alumnos de 5.º y 6.º de Primaria de diez colegios ovetenses que este domingo protagonizaron una pionera feria del emprendimiento en la que dieron a conocer sus productos, planes de marketing, estudios de mercado y, en definitiva, propuestas para tratar de triunfar en el mundo de los negocios.

Por la izquierda, las alumnas del Amor de Dios Sara Alonso, Claudia Rodríguez, Julia Arias, Daniela García, Marina Suárez y Lucía Martín, con sus proyectos.

Lo de ayer fue la guinda al novedoso programa “10x10”, puesto en marcha por la concejalía de Educación y la Asociación de Jóvenes Empresarios en colaboración con la compañía Genyus. En los últimos meses, los estudiantes participaron en nueve sesiones de formación y preparación de sus propuestas empresariales en el colegio con vistas a hacerlas públicas en la décima sesión, celebrada este domingo en el Calatrava con la asistencia de todos los participantes.

Un grupo de alumnos del Veneranda Manzano, con sus proyectos, incubadora de ideas.

Los escolares “vendieron” sus productos a través de unos puestos habilitados en el vestíbulo del Palacio de Exposiciones y Congresos, además de turnarse para presentar, micro en mano, sus propuestas en la Sala de Cristal del complejo de Buenavista. “Lo importante es que aprenden a socializar, a trabajar en equipo y, sobre todo, estrujarse el cerebro”, explicó el profesor del colegio de Ventanielles Jesús Roces, tras ver cómo sus pupilos trataban de colocar en el mercado una pulsera que cambia de color, según el consumo de sustancias prohibidas o poco recomendables que puedan tomar los jóvenes al salir. “Así los padres pueden saber si los hijos les mienten o no”, señaló Adrián Marulanda, portavoz del grupo, que, a falta de incorporar la tecnología necesaria, considera que su idea será “todo un éxito” entre los progenitores de todo el mundo.

Durante toda la mañana, el Calatrava se convirtió en una especie de incubadora en la que las ideas brotaban por todas las esquinas. Alumnos de San Claudio aseguraban estar preparados para poner en marcha un mercadillo de sueños en el que los clientes se podrían hacer con historias a medida que proyectar en sus mentes mientras duermen por la noche. El Veneranda Manzano ofreció terapias psicológicas y antiestrés a medida, y por parte del Amor de Dios ofertaron un robot capaz de dar conversación para calmar a su propietario en los momentos de ansiedad.

Blanca Feito, Karina Bejanaru, Thelma Fernández, María Fernanda Herrero, María Magros, Suso Campelo y Aisha Lahcene.

El evento contó con una gran participación de familias, que no quisieron perderse la oportunidad de ver a sus pequeños intentar colocar sus singulares productos entre una clientela, a priori, poco predispuesta a las compras. Una alta participación que celebran desde el Ayuntamiento. “Hemos puesto el broche a una actividad que hacíamos por primera vez y ha resultado un acierto absoluto. Los alumnos han aprendido lo que supone desarrollar un proyecto y una idea de negocio, y que es una opción laboral con mucho futuro”, declaró la edil Lourdes García, que hizo entrega de diplomas conmemorativos de este programa piloto junto al presidente de AJE Asturias, Pablo García.

Los escolares, por su parte, en el caso de los alumnos de 5.º mostraron su predisposición a repetir el año que viene. “Las clases fueron divertidas y aprendimos mucho porque ninguno sabíamos ni lo que significaba marketing”, declaró el estudiante y aprendiz de empresario Pedro Fernández.

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