“Hemos sobrepasado con creces los límites de la pérdida de biodiversidad; el cambio climático es un calentamiento global que no va a detenerse por sí mismo si no hacemos algo”. Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana la arquitecta urbanista Míriam García, que habló de la adaptación de las ciudades a los nuevos avatares del clima, en el ciclo sobre Cambio Climático de Tribuna Ciudadana.

“Los catastróficos somos nosotros, no la naturaleza, porque seguimos empeñados en ubicar construcciones en lugares de riesgo”, señaló la arquitecta, que fue presentada por Pablo Álvarez, director general de Calidad Ambiental del Gobierno del Principado, que destacó la trayectoria la conferenciante, que también es codirectora de LandLab, un laboratorio de paisajes en Barcelona.

“Podemos imaginar la atmósfera como una gran bañera en la que llevamos metiendo gases desde los inicios de la revolución industrial. Esa bañera tiene un desagüe muy pequeño, que son los bosques y que ya no soportan más presión”, advirtió la arquitecta asturiana afincada en Cataluña.

“Los seres humanos habitamos el planeta desde hace 11.500 años. En el Pleistoceno había camellos en Canadá. Si hoy no pasa es por las masas de hielo que están aguantando nuestra capacidad de emitir gases”, señaló García, convencida de que falta concienciación acerca de los peligros reales que acechan al planeta. “Esto no es algo que podamos dejar para que puedan solucionarlo las generaciones venideras; es algo que tenemos que resolver nosotros; somos ecodependientes, nos ha costado mucho darnos cuenta, pero sin planeta no hay vida humana”, recalcó Míriam García.

Dentro de las acciones de mitigación del cambio climático en las ciudades enumeró acciones como la disminución de dióxido de carbono y la limitación de la circulación de vehículos. También mencionó estrategias como “la ciudad de los quince minutos”, que trata de adaptar todas las necesidades que surgen en la vida diaria, a una distancia de quince minutos, como máximo, caminando. “El objetivo es hacer ciudades desde el punto de vista social, más justas y equitativas también desde el ámbito ambiental”.

A su modo de ver, “todas las ciudades deben repensarse desde el urbanismo, con la idea de tratar de mejorar la calidad de vida, reequilibrando los barrios”, remarcó.