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El centro de FP de Cerdeño lanza un proyecto para fomentar la cultura emprendedora

La iniciativa, financiada por la Unión Europea, incluye charlas de antiguos estudiantes y talleres para impulsar las habilidades comunicativas

Por la izquierda, Lucía Menéndez, Fran Llera, Eugenio Carbajo y Lucía Vega, en el aula de Cerdeño. | F. Rodríguez

Lucía Menéndez aprendió este curso una lección diferente. «Vimos que abrir tu propio negocio es algo realmente complicado». Esta ovetense estudia Farmacia en el Centro de Formación Profesional (FP) de Cerdeño y es una de las alumnas que este año ha pisado un nuevo espacio formativo, diferente a todo lo que había visto hasta ahora. Es como un lugar de reunión que tiene entre sus objetivos fomentar el emprendimiento y los valores que esta forma de trabajar conlleva. El aula cuenta con financiación de la Unión Europea (UE), a través del Ministerio de Educación, con la contrapartida de que ha de tener sus puertas abiertas para charlas y talleres durante los próximos tres años. Pero visto el éxito de este curso, la intención de la dirección del centro es que permanezca mucho más. «Lo que pretendemos es que se consolide como un espacio diferente», asegura Eugenio Carbajo, jefe del departamento de formación laboral de Cerdeño.

Durante este curso académico, cerca de un centenar de estudiantes han pasado por este centro de emprendimiento para participar en diferentes charlas –muchas de antiguos estudiantes que han conseguido montar su propio negocio y salir adelante– o de talleres en los que exploraron los límites de lo que se conoce como las habilidades blandas (o «soft skills»). Fran Llera es un llanisco que está acabando Farmacia en Cerdeño, y fue uno de los habituales de este aula. Sobre sus estudios asegura que le gustaba mucho la química y que por eso eligió Farmacia, porque se tocaba mucho esa materia. No se ve emprendiendo. «En el futuro me veo trabajando en un hospital, es lo mejor, como allí no se está en ningún otro sitio», señala. Ya tiene experiencia. Ha hecho las prácticas en el Hospital Álvarez Buylla de Mieres. Cerrada la puerta a abrir su propio negocio, lo que le ha aportado el aula es una visión algo diferente del mundo. «Vimos cómo le había ido a otros compañeros que sí que montaron negocios. También nos enseñaron a hacer currículums, para que fueran llamativos», explica. Ahora ve su futuro un poco más claro.

De hecho, lo de montar un negocio en la Formación Profesional (FP) va por barrios. O, mejor dicho, por ramas de actividad. En Cerdeño, la mitad del claustro está vinculado con la sanidad, ese perfil va más enfocado a entrar en las bolsas del Sespa. Es un perfil un poco específico. No ocurre lo mismo en otros ámbitos como el de la informática o la estética, mucho más propensos al emprendimiento. «A quienes quieren montar su negocio se les hace un asesoramiento inicial, se les reconduce a centros específicos, como al talud de la Ería o Valnalón, para que les vayan formando», destaca Carbajo.

El profesor explica que este año se ha puesto mucho el acento sobre los talleres para trabajar las habilidades blandas (las “soft skills”), y se comenzó a tejer una red de contactos con el Talud de la Ería y la Cámara de Comercio.

Es más, aunque se llame aula de emprendimiento su objetivo final no es tanto la de despertar estas vocaciones, al menos no como se entiende de forma tradicional. Lo explica el propio Carbajo: «El objetivo es generar lo que se conoce como dinámicas de emprendimiento, pero no como se entiende de poner en marcha tu propio negocio. Se trabajan habilidades de comunicación que van a servir después para trabajar en el ámbito laboral».

«Da mucho juego», asegura el profesor. Más en unos estudios que tienen unas tasas de paro tan bajas como la de los estudios de FP que, en algunas ramas, rozan el pleno empleo.

Eugenio Carbajo, jefe del departamento de formación laboral del centro de Formación Profesional (FP) de Cerdeño, asegura que el aula de emprendimiento que acaba de abrir sus puertas está comenzando a dar sus frutos. Lo asegura con un ejemplo: «Aquí hemos visto, por ejemplo, que estudiantes que tienen dificultades para hablar delante de sus compañeros en un aula más rígida, aquí se abren. Solo cambiando la forma de trabajar y el espacio hay personas con las que sacas mejores resultados». Esa es la razón por la que han buscado que este espacio, que está junto a una de las entradas principales del centro, sea diáfano y no tan cerrado como las aulas convencionales, que permita que todos los estudiantes se sientan integrados y que puedan participar de forma activa en las conversaciones y en los debates que se formen. Y está funcionando. En esta clase, los profesores y conferenciantes están a ras de suelo. Son uno más.

«En esta aula los estudiantes que tienen más dificultades se abren», aseguran los profesores

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