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La Catedral abre su torre: ocho euros por una hora con la mejor vista de Oviedo

El deán presenta el fin de los trabajos de adecuación, que han costado 130.000 euros y permitirán un máximo de cien visitas al día

El Deán de la Catedral de Oviedo, Benito Gallego, presentó ayer el fin de los trabajos de adecuación de la torre gótica para el nuevo programa de visitas que se estrenará dentro de dos semanas, el 1 de agosto. Los nuevos escalones, pasamanos, la iluminación, paneles informativos y recuperación de las estructuras de madera del cuerpo de campanas, permitirán "subir sin grandes fatigas" y una nueva experiencia turística para el templo, que en este arranque del proyecto solo permitirá reservas "on line" a ocho euros.

Dentro del programa de verano habrá cinco turnos diarios con un máximo de veinte personas en cada uno de los viajes, de una hora de duración. Como excepción a la tarifa única de ocho euros, que no incluye la visita ordinaria a la Catedral, en aquellos casos en los que un grupo no se haya completado y si un usuario solicita sobre la marcha incorporarse a ese viaje se le cobrará solo 7 euros al no haber gastos de gestión.

La recuperación de la torre de la Catedral en su vertiente turística ha sido posible gracias a un amplio grupo de profesionales, muchos de ellos vinculados ya a la gran restauración de la torre hace más de veinte años. Es el caso del personal de Arte Dos que en aquella época operaban con el nombre de otra empresa, ya desaparecida, pero que hoy siguen vinculados a los trabajos realizados bajo el paraguas del Plan Director de la Catedral, que dirige Jorge Hevia.

El equipo de trabajo: por la izquierda, Javier Portilla, Francisco Vigón, María José Fernández, Luisa María Fernández, Pablo Klett, el deán Benito Gallego, Jorge Hevia, José Ludeña, Jennifer Puertas, Manuel Fernández y David Carracedo.

El arquitecto también estaba ayer satisfecho al comprobar que el equipo de carpinteros, metaleros, restauradores o diseñadores había logrado llevar a cabo el proyecto en el tiempo estimado aunque con cierto sobrecoste. Los trabajos se presupuestaron en 100.000 euros, que ha financiado el Ayuntamiento de Oviedo, y la factura final ascendió a 130.000, asumiendo el Cabildo el incremento.

Esta intervención es la primera del Plan Director que sufraga el Ayuntamiento y en este caso tiene más vínculos con la actual corporación, pues fue el concejal de Economía, Javier Cuesta, quien propuso inicialmente llevar a cabo este programa, tras haber estado involucrado en un proyecto turístico similar en las torres de la Catedral de Salamanca.

La presentación de la subida a la torre reunió ayer en lo alto del templo a una selección del grupo que ha trabajado en esta rehabilitación y a la prensa, contabilizando un número próximo a las 22 personas (20 visitantes y dos guías) que como máximo podrán acceder a estas visitas impresionantes en el nuevo programa.

Las novedades que la subida ofrece incluyen, a lo largo de todo el recorrido, una barra metálica vertical que atraviesa todas la escalera de caracol y cumple, como señalaba ayer Jorge Hevia, un doble objetivo, "que no se te caiga un niño por el hueco y servirte de apoyo en la subida".

Un detalle del pasamanos.

También se han reparado los peldaños y el pasamanos de piedra. Pero no todos. La intervención ha sido respetuosa con el paso del tiempo, dejando constancia de ese desgaste pero reconstruyendo aquellos escalones que podían complicar más el recorrido. También se ha dispuesto una nueva iluminación a lo largo de toda la torre y en el cuerpo de campanas hay un cambio sustancial. Las estructuras de madera y las escaleras de acceso para ver de cerca los mecanismos son nuevos. También se ha limpiado y abierto un ventanal en la caja que encerraba el reloj de Ramón Durán, hoy en desuso, para poder admirar la maquinaria. La zona donde Menéndez Pidal almacenó los moldes de la restauración tras la Guerra también se ha limpiado y ordenado y se han puesto paneles informativos en diversos puntos.

El Deán confía en que las visitas a la torre sirvan de revulsivo para recuperar el turismo en el templo, todavía en niveles por debajo del 2019, dijo ayer, y aunque lamenta que el Instituto de Patrimonio ya no se hará cargo este año de la restauración de las vidrieras del lado Sur, último trabajo pendiente del Plan Director, confía en poder acometer esos trabajos por otras vías y que sea lo antes posible.

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