Fernando Alonso, recién cumplidos 41 años, tal vez siga siendo el mejor piloto de Fórmula 1. Aunque su Alpine estuviera por detrás de las tres marcas que mandan, sus remontadas y brillantes maniobras han hecho resplandecer su genio superior casi en cada prueba. Sin embargo, sigue siendo un eterno incomprendido, algo que ha hecho mucho daño a su carrera. Por un lado, exige a todos (equipo, ingenieros, mecánicos, organización, árbitros) la misma entrega total y precisión que se exige a sí mismo; por otro, muestra ante sus compañeros de equipo y de pista una inusual combinación de competitividad al límite y caballerosidad: ni perdona jamás la menor opción para situarse por delante del competidor ni recurre a trampas, argucias o deslealtad. De este modo el mundo en el que hace vida, regido en general por otros principios, no lo comprende, aunque lo respete como a un bicho raro. ¡Suerte!