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"La Fábrica de Armas nos dio una vida"

Los aprendices que se formaron en La Vega entre 1951 y 1954, ahora con 86 años, visitan las instalaciones

Por la izquierda, Rolando Montoto, Norberto González, Alfredo González, Paco Menéndez Junquera y Luis González, a las puertas de La Vega. Fernando Rodríguez

Paco Menéndez Junquera, a quien conocían simplemente como "Junquera" durante sus años en la Fábrica de Armas de La Vega, señala una ventana del piso superior de una de las torres, la que está enfrentada a Adelantado de la Florida, del cuartel. "Ahí trabajé yo durante treinta años, en esa oficina". Junquera entró por primera vez a La Vega siendo un rapaz, en 1951, para formarse como aprendiz, y tras completar una intensa formación se incorporó a la plantilla de la Fábrica de Armas, donde completaría toda su vida profesional. Ayer, Junquera y sus compañeros de promoción, aquellos aprendices que completaron la formación en La Vega entre 1951 y 1955, se reunieron para celebrar una comida de hermandad que repiten todos los años, o casi. Antes, algunos de los participantes visitaron las instalaciones de la antigua Fábrica de Armas, invitados por el Teniente Coronel José Ángel Hevia.

Había cierta emoción entre los antiguos aprendices al retornar a una fábrica que, aseguran, "nos dio una vida". "Para entrar de aprendiz tenías que haber cumplido los 14 y no haber cumplido los 16", relata Rolando Montoto, otro miembro de aquella promoción del 55 de la que salieron 35 aprendices. Aún viven 12, todos entre los 85 y 86 años de edad, y seis de ellos participaron ayer en la comida de hermandad.

Curiosamente, el encuentro de la promoción del 55 se celebró apenas un día después de que se reuniesen, también en Oviedo, los miembros de la promoción de aprendices del 72, que celebraban medio siglo desde su salida de La Vega. Unos y otros destacan el elevado nivel de la formación que recibieron en la antigua Fábrica de Armas. "Cuando salíamos de aquí, se nos rifaban, Muchos acababan en Ensidesa, se lanzaba a por nosotros nada más que nos graduábamos porque sabían que aquí nos daban una formación de calidad. Y varios compañeros acabaron en la fábrica que tenía la Seat en Valladolid. Éramos muy cotizados", relata Montoto. Su peripecia profesional fue bastante diferente: tras incorporarse a una empresa ovetense, acabó entrando en la plantilla de Radiotelevisión Española, donde trabajó durante treinta años. "Mi vida se la debo a la Fábrica de Armas, me abrió todos los caminos", asegura.

De pie: José Luis Suárez, Faustino Cima y Luis González. Sentados: Alfredo González, Paco Menéndez Junquera y Rolando Montoto. Fernando Rodríguez

"En La Vega quedábamos los peores, a los buenos los fichaban de fuera", bromea Junquera, aunque Montoto le desmiente con rapidez.

Luis González fue otro de los que quedaron en plantilla al acabar la formación: "En mi caso, acabé marchando para Trubia, porque yo vivía en Grao y me quedaba más cerca de casa. Lo que hice fue permutar con uno de aquella fábrica, y así pude completar toda mi carrera profesional dentro de la empresa, hasta el año 94".

A las puertas de la antigua Fábrica de Armas de La Vega, los antiguos aprendices no pueden evitar comparar el deprimido estado actual de las instalaciones con aquella pequeña ciudad dentro de la ciudad que era la fábrica setenta años atrás. Alfredo González, que acude al encuentro con su hijo Norberto, es uno de los que ha vuelto a La Vega aprovechando la apertura de las instalaciones para alguno de los eventos culturales que han acogido en los últimos años. "Da pena ver cómo está, pero es lo que pasa tras estos años de inactividad. A ver si logran recuperarlo", reflexiona.

Completada la visita, los aprendices del 51 se trasladan a una sidrería de Santa Clara, que estos últimos años ha sido su punto de encuentro anual. Diversos achaques han impedido a cinco compañeros participar en el encuentro de este año, pero confían en repescarlos para el año que viene. Pese a las ausencias, las anécdotas no escasean, ni se percibe merma en la camaradería de estos antiguos aprendices, ahora veteranos, que adquirieron en la extinta Fábrica de Armas de La Vega las herramientas que les permitieron ganarse la vida.

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