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Noelia Rodiles Pianista, inaugura hoy el programa CIMCO

«La electrónica puede ser cámara contemporánea»

«Estos conciertos son un extra para el público tradicional; tienen la música que queremos escuchar y la que no les llega»

Noelia Rodiles, en una fotografía promocional. | Michal Novak

La pianista Noelia Rodiles (Avilés, 1985) inaugura hoy en el Auditorio Príncipe Felipe una nueva edición del ciclo CIMCO (20.00 horas, 8 euros). Esta programación, explica su directora, Cristina Gestido, «pretende impulsar la música de cámara de una manera vanguardista que sea recordada como experiencia musical, educativa y creativa, utilizando como base la unión y sinergia entre artes (música, danza, arte visual, arte plástico, literatura, teatro, poesía, diseño, arte digital, iluminación)». En esta edición, resume, se ha buscado un equilibrio entre los intérpretes nacionales, dos formaciones internacionales y los asturianos, como Noelia Rodiles, que presenta en esta entrevista su concierto.

–¿Qué es este «Schubert in Wonderland»?

–Es un programa que establece un diálogo entre música de Schubert, algunas de sus piezas más emblemáticas, con la música de la compositora Raquel García Tomás, donde no solo utiliza el piano, sino también electrónica y audiovisuales. Se establece un vínculo entre dos épocas y se ganan perspectivas.

–¿Maridan bien?

–Schubert marida bien con todo, porque es música muy limpia, muy pura, no solo bella, con una naturalidad muy especial. Y creo que es un buen conductor de la música de Raquel García Tomás. Podemos pensarlo como opuesto, pero la electrónica también puede ser música de cámara contemporánea.

–No deja de ser otro instrumento al servicio de la música.

–Sí, y por eso creo que este tipo de conciertos son un extra para el público tradicional de la clásica. Por un lado está la música que todos queremos escuchar, Schubert. Por otro, las músicas que no han llegado a todo el público y que cuando llegan se respiran de forma más natural. El audiovisual ayuda a seguir las obras y establecer relaciones. Es lo mismo que se hacía con el cine mudo.

–¿Cómo llega una intérprete de clásica aquí?

–La educación musical está un poco encasillada en músicas de una época muy concreta, que es maravillosa y muy fructífera. A mí me encanta el gran repertorio de piano, pero siempre tuve esta curiosidad por ver qué pasa al juntarlo con otras músicas. A veces me da la sensación de que los programas se repiten mucho, y este tipo de mezclas son muy enriquecedoras. Tenemos la obligación moral de dar a conocer la música de nuestros compositores, y hay música muy buena que no tiene cabida en las salas de conciertos.

–¿Es su primera vez con visuales?

–Con visuales sí, pero habitualmente mezclo gran repertorio con repertorio actual. Lo hice ya en la presentación de mi disco, «El efecto mariposa». Me gusta que el público descubra alguna pieza que le saque de su zona de confort. Pero sí, esta es la propuesta más radical que he hecho hasta ahora.

–¿Es raro que nos parezca rara la música contemporánea en la clásica?

–Nunca había pasado esto, porque toda la música ha sido contemporánea en algún momento de la historia. En los últimos años la distancia con lo contemporáneo se ha acentuado más, porque el público no recibe otra música, el programador tiene miedo y el intérprete no la estudia. Pero poco a poco va cambiando. Si está bien pensado y bien estructurado, el público no tiene porqué echarse atrás.

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