La nueva etapa de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA), con Nuno Coelho a la batuta, está teniendo un comienzo inmejorable. Si el primer concierto de la temporada ya había dejado buenas sensaciones y la sugerencia de una orquesta con ánimos renovados, la función de anoche en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo ratificó que la formación luce un nuevo espíritu tras superar los tres años de travesía por el desierto sin director titular.
Álvaro Albiach ejercía de director invitado en este segundo concierto de la temporada, patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA, y lució una evidente complicidad con los músicos. Siempre preciso y elegante, dirigió con solvencia las dos partes, bien diferenciadas, del concierto.
En la primera, centrada en el "Concierto para piano en fa sostenido menor, op. 20" de Scriabin, el protagonismo fue compartido con el pianista Luis Fernando Pérez, que reflejó la expresividad y el lirismo original de la obra de Scriabin. Al concluir, el nutrido público que anoche se congregó en el Auditorio le brindó varios minutos de aplausos y no pocos "bravos", reconociendo su maestría a las teclas.
Tras un breve descanso, Albiach, puntual y metódico, lideró a la OSPA en la "Sinfonía n.º 2 en mi menor, op. 27" de Rachmaninov. Ante un inusual silencio del público, extremadamente respetuoso, acaso embargado por la melodía, Albiach y los músicos bordaron una sinfonía caracterizada por las repeticiones, y que fue recibida por el respetable con auténtico entusiasmo, tanto o más que el que coronó la primera parte, con una imponente salva de aplausos y, de nuevo, con expresivos "bravos".
En suma, fue una noche de éxito para una OSPA de postín, a la que pareciera que su nuevo director le ha insuflado ánimos renovados. Los melómanos ovetenses ya esperan su próxima actuación: será el Concierto extraordinario Noche de Difuntos, el próximo 4 de noviembre (20.00 horas), y también en el Auditorio.
