"En el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar), trabajamos en proyectos centrados en una transición energética justa, y también en el almacenamiento y captura de CO2 en centrales térmicas". Lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Fernando Rubiera González, director del organismo perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que celebró sus 75 años de vida con una conferencia y una jornada de puertas abiertas en su sede.

"Si por algo se caracteriza el Incar es por haber sabido adaptarse a las nuevas exigencias de los tiempos; nació vinculado al carbón y ahora desarrolla una de sus principales líneas de trabajo en el ámbito de las energías limpias", explicó Rubiera, doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de Oviedo y profesor de Investigación del CSIC.

Al responsable del Incar le presentó María Fernández, delegada institucional del CSIC en Asturias y directora del Instituto de Productos Lácteos (IPLA), que destacó la labor del Instituto, ubicado en el barrio ovetense de La Corredoria, y resaltó su relevancia, como uno de los centros de referencia del CSIC en Asturias y España.

"Estamos muy orgullosos de la tarea que realiza el Incar, tan pegado al terreno y a esas cuestiones que contribuyen a mejorar la vida de las personas", aseguró Fernández ante un nutrido público entre el que se encontraba la científica Rosa Menéndez, ex presidenta del CSIC, cuyas investigaciones han estado vinculadas al Incar a lo largo de su trayectoria, y Ángeles Gómez, exdelegada del CSIC en Asturias.

Fernando Rubiera habló de futuro, pero también desgranó la historia del desarrollo de la investigación en España, que posibilitó la creación del CSIC, y por ende del Instituto del Carbono, que nació como Instituto del Carbón.

"El Incar se fundó en 1947 y se ubica en sus actuales instalaciones desde 1960; se dedicó inicialmente a la investigación científica y tecnológica para el uso y aplicación del carbón, con especial atención al proceso de preparación y utilización de los carbones minerales asturianos", relató el conferenciante.

Rubiera se refirió también a la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), creada en 1907 en el marco de la Institución Libre de Enseñanza, para promover la investigación y la educación científica en España. "Estuvo presidida por Santiago Ramón y Cajal desde su fundación hasta su muerte en 1934. Fue desmantelada en 1939 tras la derrota republicana en la Guerra Civil, y a partir de su estructura se creó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)", señaló.

Uno de sus becarios más ilustres fue precisamente el premio Nobel asturiano Severo Ochoa.

El germen del Incar fue el Patronato Juan de la Cierva, conocido entre los científicos simplemente como "el patronato", que a partir de 1939 se encargó de promover en España la investigación científica orientada a apoyar a la industria.

El Incar, adscrito al Ministerio de Ciencia e Innovación, pertenece ahora al área global de Materia y está integrado en la subárea de Ciencia y Tecnologías Químicas. "Actualmente el Instituto está constituido por catorce grupos de investigación que se distribuyen en tres departamentos: Tecnologías para la Transición Energética, Procesos Químicos Sostenibles y Química de Materiales", añadió Rubiera.