Elegante homenaje en la Filarmónica

El "Trío Malats" cumple con rigor su tributo al compositor catalán y deja un buen concierto en el que incluyó a Suk y Mendelssohn

Por la izquierda, Víctor Martínez, Carlos Galán y Alberto Gorrochategui, el «Trío Malats», en el concierto del Filarmónica.  | Irma Collín

Por la izquierda, Víctor Martínez, Carlos Galán y Alberto Gorrochategui, el «Trío Malats», en el concierto del Filarmónica. | Irma Collín / P. Siana

P. Siana

Segundo concierto del penúltimo y frío mes en la centenaria Sociedad Filarmónica ovetense, el decimosexto del año (diciembre aún nos dejará otros dos más) y una de las pocas oportunidades que se presentan de escuchar en vivo el "Trío en si bemol" de Joaquín Malats (1872-1912) –coincidiendo con el 150.º aniversario de su nacimiento– que lo ofreció precisamente quienes llevan el nombre del compositor catalán, "Trío Malats", ofreciendo un programa que incluyó también la "Elegía Op. 23" de Josef Suk abriendo concierto, más el siempre admirable "Trío nº 1, Op. 49 en re menor" de Mendelssohn ocupando toda la segunda mitad.

Victor Martínez (violín), Alberto Gorrochategui (chelo) y Carlos Galán (piano) forman este "Trío Malats" uniendo sus carreras individuales con mismo corazón para difundir por todo el mundo el nombre del músico barcelonés, también promocionando obras españolas actuales sin olvidarse de los grandes compositores universales en todo estilo y época con esta agrupación camerística por excelencia, premiada con varios galardones en una carrera muy asentada. Trío de músicos y de obras para disfrutar del género más experimental en la historia.

Suk y su elegía cual prólogo, poesía por la muerte con el amplio sentido de la palabra lírica, cuerdas y piano de salón ambientando este concierto.

Malats mucho más que un homenaje, aires mediterráneos del Allegro, perfume francés de estudiante en el Andante central, más todo el fin de siglo cosmopolita con el Vivace de un trío respetuoso con su “mentor” entregados en feliz entendimiento.

Mendelssohn siempre grande por escritura, exigencia a sus intérpretes, especialmente el piano, romanticismo puro y laboratorio sinfónico a tres, viaje al Leipzig de banqueros y mucha música donde nos llevaron estos tres tríos.

El final de viaje tuvo parada extra con Paul Juon conocido como "el Brahms ruso" concluyendo un largo trayecto para el poco pero agradecido y entendido público de "La Viena española", necesitado de estas músicas de salón más que de antitusivos.

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