La Losa de Renfe en Oviedo: "la obra del siglo" cumple 25 años
La cubierta de las vías de la Renfe se hizo en 16 meses, trabajando a tres turnos y con un presupuesto de 6.000 millones de pesetas
De la obra de la Losa de Renfe se podría decir casi aquello que Miguel Ríos estampó en su histórico directo "Rock’n’Ríos", dedicándoselo a todo el equipo técnico: "Lo hicieron porque no sabían que era imposible". Al cumplirse un cuarto de siglo del inicio de los trabajos que enterraron para siempre las vías del ferrocarril y conectaron visualmente el Naranco y la calle Uría, las cifras de lo que entonces se llamó "la obra del siglo" parecen, efectivamente, una proeza imposible de haber llevado a cabo en tiempo y forma: en solo 16 meses, con un presupuesto de 5.698 millones de pesetas, financiación europea, y con 24.000 metros cuadrados de suelo nuevo en el centro de la ciudad. En el logro, coinciden todos, hubo una conjunción única de factores que lo hicieron posible, y entre ellos, destaca Paz Carrasco, directora de la obra, entonces en Cinturón verde, uno nada menor fue la voluntad política de hacerlo. Detrás estaba Gabino de Lorenzo y su empeño de ver los trabajos terminados antes de las elecciones, en mayo de 1999.
La determinación que tenía en lograr su objetivo y el poco margen que ofrecía a Cinturón Verde para apartarse de los plazos previstos lo ilustra a la perfección el diálogo con los periodistas y con Paz Carrasco el 16 de abril de 1998, cuando acudió a ver la colocación de la base sobre la que se instalaría la losa. La prensa le preguntó por el plazo. "La estación estará cubierta para la primavera del próximo año", dijo De Lorenzo. La directora de obra añadió un "si Dios quiere". Y el Alcalde, rápido, zanjó ese asomo de duda y de fiarlo todo a la Providencia: "Y, como Dios no se mete en estas cosas, la losa estará lista para la primavera del año que viene".
Efectivamente, el 24 de mayo de 1999 comenzaría "el nuevo siglo para Oviedo". Así lo anunciaban los carteles de la fiesta. Se había contratado a Hevia, a Vicente Díaz, a Víctor Manuel y 300 gaiteros. Se montó una gran celebración y la losa se llenó de gente.
Pese a que en las actuaciones de Cinturón Verdes hubo polémica y bronca política, la decisión de cubrir las vías y unir con un gran paseo Uría y el Naranco tuvo casi todas las bendiciones políticas. Alberto Mortera, entonces en el PSOE, asegura que fue la intervención más importante que hubo en la ciudad: "El hecho de ejecutarla permitió comprender que se podía hacer, porque había dudas técnicas; supuso suturar dos zonas de la ciudad y crear un salón urbano que no existía y en una ciudad consolidada como es Oviedo no es fácil fabricar suelo".
Para Paz Carrasco fueron meses de "mucho trabajo pero muy satisfactorios". Efectivamente, la obra se pudo ejecutar casi sin afectar al funcionamiento del tren. "No hubo casi cortes, nos ayudó mucho aquella gente maravillosa de Renfe, que iban moviendo de un lado a otro de las líneas y los andenes vías para acompasarlo a los trabajos".
No todo fue sencillo, claro. Entre los palos y las ruedas desatascadas estaba, por ejemplo, la negativa del Banco Europeo a financiar una operación con aprovechamientos urbanísticos, motivo por el que administrativamente se partió en dos la Losa, contando con ayuda comunitaria solo la parte que iba desde Viaducto Marquina hacia la estación de autobuses, donde no se hicieron viviendas. Otro problema fueron los soportes de la estructura. El ingeniero Leonardo Fernández Troyano, del estudio de Fernández Casao, los había diseñado en hormigón pretensado, pero ese material requería esperar más tiempo para poder empezar a trabajar desde arriba, y mientras se estaba abajo, entre las vías, había más trabajos nocturnos, protestas vecinales, cortes de catenaria... Así que se hicieron en acero.
Los jefes de obra de la UTE formada por Lain, Coprosa y Guinovart era muy buenos, tenían una rigidez cuartelaria y se trabajaba a tres turnos con los pañuelos verdes de las viviendas de los Pilares de telón de fondo, los vecinos que protestaban por verse encajonados detrás de la obra.
Después de aquella inauguración multitudinaria todavía llegarían, algunos años más tarde, el otro elemento que hoy se identifica totalmente con la Losa, las torres diseñadas por Salvador Pérez Arroyo. En aquel proyecto trabajó el arquitecto asturiano Luis Gonzaga de Vicente. También, confiesa, hubo polémica inicial pero luego un acuerdo en que han resistido muy bien el tiempo y se han convertido en un símbolo de esa zona de la ciudad. Gonzaga destaca entre lo más interesante del proyecto la modificación de la rasante de la calle, elevando con una cuña el punto de partida de las torres para que todas tuvieran la misma altura. También, los paneles de laminado de alta presión, entonces innovadores, ahora muy habituales, con unos colores que se inspiraban en los de los edificios clásicos del otro lado de la calle.
Oviedo, en resumen, puede presumir hoy de haber resuelto entonces un problema al que otras ciudades todavía siguen dando vueltas, como Gijón. Mortera insiste en la misma idea que Paz Carrasco: "Coincidieron muchas cosas, entonces éramos región 1 y teníamos esas ayudas, el Estado facilitó las circunstancias dentro de la fusión Renfe-Feve y todos entendimos que era ahora o nunca. Solo dos años después no se hubiera podido hacer".
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