Un algoritmo "personalizado" rastreará estas semanas Oviedo en busca de amianto
La empresa que se adjudicó los trabajos para hacer un censo del material peligroso analizará imágenes de satélite y cientos de datos
J. L. S.
Un algoritmo en el que se combinará la edad de los edificios; información sobre los barrios más antiguos; información municipal; y de promotores privados, se encargará de rastrear todos los tejados de Oviedo, los de Trubia y los de Olloniego en busca de restos de amianto que puedan resultar perjudiciales para la salud de los vecinos. El mecanismo lo explica Aurelio García, director del área de análisis geoespacial y observación de la tierra (AGEO), del grupo Tecopy que ha resultado adjudicatario del contrato del Ayuntamiento para acabar con este material de construcción en el concejo. "El algoritmo se va a someter a un entrenamiento muy exhaustivo, todo basado en inteligencia artificial", explica. El entrenamiento al que se refiere es el análisis de toda esa información más las imágenes de satélite de muy alta resolución. La guerra contra el amianto en Oviedo está en marcha.
García Rochera argumenta que al algoritmo se "va a personalizar de una forma muy detallada, con las características propias de las construcciones de Oviedo que no son, por ejemplo, iguales a las de Villareal (en Castellón) donde también hemos trabajado". A la fórmula matemática la han domesticado en Madrid donde también han realizado un censo de las construcciones con amianto que, según la empresa, han obtenido una precisión en la localización de este tipo de cubiertas del 90%. La de usar inteligencia artificial tiene otra ventaja, así lo ha apreciado el Ayuntamiento de Oviedo, evita la exposicion de los operarios a este material, con el riesgo para la salud que puede conllevar. Más ventajas. La propuesta también reduce considerablemente los costes con respecto a los métodos tradicionales, como la inspección presencial o los vuelos aéreos, muchísimo más caros.
El amianto fue un material de construcción bastante habitual entre la década de los 70 hasta bien entrados los noventa gracias a sus propiedades aislantes. Su uso acabó prohibiéndose por ley por sus efectos perjudiciales hacia la salud, pero muchas construcciones –especialmente las industriales– lo mantuvieron intacto. Suele encontrarse en los tejados, para evitar las filtraciones de agua, pero también en otros elementos de la construcción como las tuberías de saneamiento o los depósitos de agua. Solo entre 1970 y el año 2000 España importó más de 2,8 millones de toneladas de amianto, que acabaron derivando hacia la construcción de forma muy mayoritaria. Pese al paso del tiempo, García Rochera asegura que todavía siguen encontrándose muchas construcciones con este material.
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