Los mayores de Ventanielles, de vuelta a las aulas

El IES Pérez de Ayala sirve de punto de encuentro entre alumnos y vecinos: "Los chicos tienen mucho nivel", dice una de las voluntarias

Almudena Pando, vecina de Ventanielles, participa en el proyecto junto a un grupo de alumnos. | Miki López

Almudena Pando, vecina de Ventanielles, participa en el proyecto junto a un grupo de alumnos. | Miki López / L. Landázuri

"Estuve en un aula de 1.º de ESO y lo que más me llamó la atención es que tenían mucho nivel, cómo se expresaban, no tenían vergüenza de nada… la experiencia me gustó porque pude interactuar con ellos". Lorena Díaz vive en Ventanielles y es una de las vecinas que ha participado en una actividad novedosa en el barrio. El instituto Pérez de Ayala abre las puertas no solo a sus alumnos, sino también a mayores, que disfrutan de un aprendizaje en común y ayuda a mejorar la convivencia. La iniciativa crece gracias a la iniciativa de 25 voluntarios, que han tomado como referencia la red formativa del instituto Alfonso II, impulsores de la iniciativa en la ciudad.

Los alumnos de 4.º de la ESO son los protagonistas de la sesión en la asignatura Valores Éticos, en la que participan cinco voluntarias distribuidas en cinco grupos interactivos. Lorena Díaz repite, pues ya había estado la semana anterior.

El papel del voluntario se basa en hacer de puente entre el alumnado, los docentes y el barrio a modo de moderador, dejando a los alumnos la libertad de trabajar y expresarse, evitando que un solo estudiante monopolice el grupo, pero con una motivación añadida. "Es una forma diferente de dar la clase y se trabaja mejor porque se aprovecha más el tiempo", cuenta Clara González, una de las alumnas que participa en la sesión.

Promover la participación y generar un diálogo igualitario es otra de las metas del proyecto en el que los distintos perfiles de voluntarios, acorde a la variedad de vecinos que residen en el barrio, favorecen el desarrollo de la actividad. "Esta vez, contamos con participantes que van desde los 20 a los 69 años: alumnas de máster en Pedagogía y vecinas del barrio. También se están sumando exalumnos y muchos padres de menores del centro", indica Beatriz Rodríguez, profesora del Departamento de Filosofía y encargada de dirigir la sesión.

Romper con el esquema profesor-alumno e introducir un elemento dinamizador como el del voluntario, dota al aula de un ritmo diferente, en el que el cronómetro proyectado en la pizarra avisa de que toca rotar.

Tras 10 minutos para resolver la práctica, los estudiantes cambian de grupo mientras que el voluntario permanece en su silla, para acompañar a los alumnos que acaban de sentarse. "Con turnos rotativos favorecemos que todos hablen con todos, que se conozcan porque no son grupos cerrados", recalca Rodríguez.

Tras una semana en marcha, la iniciativa ya empieza a dar frutos, unos resultados que desde el centro valoran positivamente. "Docentes y voluntarios estuvimos formándonos durante el primer trimestre y la verdad es que está funcionando. Los alumnos se concentran mejor y van al mismo ritmo", añade José Manuel González, profesor de Matemáticas, quien asegura que la integración es uno de los principios de la iniciativa. "En el Instituto contamos con una población gitana importante, de ahí que lo ideal sea que las familias de esta etnia se unan al proyecto. El viernes vienen los primeros voluntarios gitanos, imprescindibles para que el alumnado cambie la percepción que tiene de la Educación Secundaria", indica el docente.

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