Una veintena de hornos y testares –lugar donde se vertían los desperdicios de cerámica de los obradores– de la localidad ovetense de Faro son desde ayer para el Principado de Asturias un yacimiento arqueológico. Esa es la denominación con la que el Gobierno regional acaba de aprobar la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias los últimos vestigios del eje de producción de cerámica que se desarrolló en Faro desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XX, alcanzando su máximo esplendor en el XVIII, con más de 70 talleres activos. «Espero que esto ayude a mantener la tradición», celebró este jueves José Manuel Vega, «Selito», el último alfarero que mantiene en activo un taller de este tipo de artesanía propia de Oviedo.
Cultura inició en diciembre de 2021 el expediente para incluir dichos elementos, en su mayoría enterrados, en el Inventario del Patrimonio Cultural como un yacimiento único. La tramitación requirió de informes de diversas instituciones. La resolución publicada ayer en el BOPA subraya la importancia del centro alfarero de Faro. Además de su gran arraigo, acreditado hasta mediados del siglo XX, los restos arqueológicos y referencias documentales reflejan la presencia de la cerámica en los principales mercados asturianos.
En el mismo documento se hace referencia a los productos más antiguos realizados en los hornos y testares de Faro, consistentes en vasijas reductoras con decoraciones incisas, a los que se incorporaron siglos después los acabados vidriados y, más adelante, los esmaltados. «La manera de esmaltar es lo que más nos diferencia de otros tipos de cerámica», subraya Selito.
Con la información recopilada se da por demostrada la existencia de más de una treintena de tipos de recipientes para el uso de cocina, almacenaje y servicio de mesa, así como la elaboración de manufacturas en forma de tejas y cañerías, entre otras.
A ello se suman testimonios desde el siglo XVIII, en que se conoce el encargo a un vecino de Faro, por parte del del Ayuntamiento de Oviedo, de las canalizaciones de las fuentes de la ciudad. Otra referencia es la participación de varios artesanos locales en la gestación de los alfares sierenses de Samartino.
La Administración regional se refiere a Selito como el «último guardián de la tradición», lo que este reconoce como un honor menor. «Seguiré tirando del carro mientras pueda, pero como cansen los gües, a ver quién sigue», comenta con humor el artesano, que sueña con crear un museo de la cerámica de Faro.
La alfarera Verónica Rodríguez promueve visitas para resucitar la actividad cerámica local
La alfarera de Llamas del Mouro (Cangas del Narcea) Verónica Rodríguez se acaba de convertir en el último clavo ardiendo para garantizar la supervivencia de la cerámica de Faro. La artesana ha aceptado la invitación de José Manuel Vega, «Selito», de convertirse en su alumna para descubrir todos los secretos de la alfarería de Faro y, al mismo tiempo, ha promovido unas jornadas de puertas abiertas del taller de Vega, que comenzaron ayer y se desarrollarán todos los jueves de este mes. Además de realizar una muestra en directo del arte de la alfarería de Faro, tanto Rodríguez como Selito acompañaron a los asistentes a la jornada inaugural en un recorrido por los principales vestigios de hornos, testares y casqueros existentes en la localidad. «Quiero contribuir a que esta tradición no desaparezca», declara la alfarera canguesa, visiblemente ilusionada con el proyecto.