José María Merino: "El cuento sirve para explicar las cosas, está en nuestros orígenes"

El escritor reivindica la importancia de la ficción y el mestizaje de la cultura española en la primera de las "Tertulias del Campoamor"

José María Merino, a la derecha, y Chus Neira, durante la conversación. | Irma Collín

José María Merino, a la derecha, y Chus Neira, durante la conversación. | Irma Collín / Franco Torre

Franco Torre

Franco Torre

"Quiero ser un optimista desesperado, pero ya no veo las cosas como hace 20 años". El escritor José María Merino protagonizó ayer la primera de las "Tertulias del Campoamor" (organizadas por la Fundación Municipal de Cultura), con una charla distendida y animada, tan diversa y fascinante como su propia obra, en la que reflexionó sobre el paso del tiempo, la lucha en favor del medio ambiente, los avances tecnológicos, el mestizaje y la importancia de la ficción. Ante un nutrido público que llenó el salón de té del Campoamor, Merino mantuvo un ameno diálogo, pleno de complicidad, con el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Chus Neira, que fue alternando los acontecimientos biográficos con los hitos bibliográficos de Merino para trenzar un retrato fronterizo entre la vida y la obra del escritor.

El cuento. "El cuento sirve para explicar las cosas, está en los orígenes de lo que somos: seguramente el cuento sea el primer modo de manifestarse del sapiens para interpretar la realidad", reflexionó Merino, lamentando que aún haya "gente que menosprecie la ficción", así como cierto descrédito que el género del cuento ha padecido entre los autores y los lectores españoles. El escritor achacó esta desafección, al menos en parte, a "un sistema educativo religioso", que obligaba a leer "cosas impresentables", lo que llevó a que dejasen de leerse cuentos, "aunque son perfectos para estudiar literatura". En su caso, Merino recordó sus lecturas "casi clandestinas" en aquellos años de estudiante y, más cerca del presente, cómo les leía sus propios cuentos y novelas a sus hijas, aunque eso le trajo algún quebradero de cabeza: "Yo les decía que tal personaje moría y ellas protestaban: ‘¿Pero cómo vas a matar a doña Menganita?’. Me hacían polvo. Pero al menos las dos han sido siempre grandes lectoras, y Ana ha terminado siendo escritora, poeta".

El mestizaje. Merino, que ocupa el sillón "m" de la Real Academia Española, hizo en el Campoamor una defensa cerrada del mestizaje, y no solo en el ámbito lingüístico. "Soy profundamente antirracista. El Homo sapiens nació en África y se fue mezclando con todo el mundo", destacó, antes de revelar que en una ocasión se hizo un análisis de ADN. El resultado: "un 70% de origen ibérico, y el resto mezcla de africano, turco, judío asquenazí, céltico, galés...". De igual modo, Merino reivindicó "con orgullo" que España fuese la primera nación del mundo en aprobar una ley de mezcla con los indígenas, en 1514. "Ya entonces se establecieron las relaciones mixtas, ninguna cultura tiene esto, y es un patrimonio cultural increíble".

Asistentes a la primera de las «Tertulias del Campoamor». | Irma Collín

Asistentes a la primera de las «Tertulias del Campoamor». | Irma Collín / Franco Torre

Aprendemos poco. Pese a esta querencia por la naturaleza, Merino se muestra expectante ante los avances científicos, en especial en el campo de la inteligencia artificial. "Creo que puede ser algo que nos ayude, un paso adelante", sostiene el escritor, que espera que, en el momento en que la inteligencia artificial "dé un salto y sea consciente de sí", destierre los principales defectos humanos, especialmente la avaricia. Pero frente a este optimismo por el porvenir y por los avances científicos, el escritor no deja de mostrar cierta decepción con el ser humano y su empeño en repetir errores pasados: "Que tras la pandemia tengamos una guerra como la ahora de Ucrania, que no sabemos dónde acabará, es un fallo terrible del Homo sapiens. Aprendemos, pero aprendemos poco".

Molinos de viento. Aunque la protección del medio ha sido una constante en la obra de Merino, el escritor reconoce no haber sido consciente de cuánta presencia tenía en su obra hasta que Natalia Álvarez, una de las principales estudiosas de su obra, recopiló un volumen con sus cuentos de la naturaleza. "No era consciente de ese cariño que le tenía", confesaba Merino. Con todo, hay cosas que aún le duelen, especialmente ciertas decisiones a su juicio ilógicas, como el intento de instalar un parque eólico en una sierra leonesa: "Querían cambiar árboles por molinos de viento, era algo terrible, una total falta de lógica".

El doble. En una conversación con Merino no podían faltar sus personajes. Como la pintora Sofonisba Anguissola –figura central de su libro más reciente, "La novela posible"– o, especialmente, el profesor Souto, doble, alter ego y casi se diría que amigo: "Lo primero que me enseñó es que la realidad no necesita ser verosímil. La ficción sí lo necesita, pero el mundo es cada vez más inverosímil. A veces me pide que le dé un cuento, y se lo doy, o lo saco en él. El profesor Souto me ayuda a entender la realidad".