Una locura de Carnaval: así fue el multitudinario desfile de Antroxu en Oviedo
Más de 1.500 personas participaron en una especie de serpiente multicolor de disfraces

Oviedo se llena de máscaras: las fotos del espectacular desfile de Carnaval / Luisma Murias
Begoña González Gil baja a toda velocidad por la calle Uría. Va vestida con una bata blanca, como si fuera una trabajadora de la sanidad y lleva una peluca. A su alrededor corretean varias de sus compañeras del centro social de San Esteban de las Cruces en una especie de locura colectiva al compás de un altavoz que escupe algunos éxitos musicales. Una de ellas lleva un carrito de la compra lleno hasta rebosar y por delante un cartel que dice: «Menudos precios de locos. No me llega...». Otra de las integrantes del grupo va subida en una pequeña bicicleta. No le llega para la gasolina. «Voy a toda leche que hoy comí fabes», bromea. Agolpados en las aceras los miles de espectadores que se dieron cita en el centro de la ciudad para presenciar el que ha sido calificado como el Carnaval más multitudinario de Oviedo alucinan con la escena. La pregunta es obligada.
–¿De qué van disfrazados?
–De locos por la subida de los precios. Cada uno va de un personaje diferente. Hay ganaderos, pintores, uno va de la luz, de médicos y enfermeros.
La que responde es Mariana Álvarez, otra de las integrantes del grupo. Una locura, un entretenimiento. Nada más responder González Gil y Álvarez sigue su camino que por detrás en el desfile llega otro grupo. Son los componentes del centro social de El Cristo, que van algo más calmados al ritmo de una charanga.
La concejala de Festejos, Covadonga Díaz, ponía el acento en la alta participación que se había registrado este año, que según sus cuentas es de récord. Más de 1.500 personas participaron en una especie de serpiente multicolor de disfraces entre los que había jirafas; muchas alusiones a la revolución francesa; astronautas; caramelos gigantes; un Pelayo y una Virgen de Covadonga; un velociraptor; y un larguísimo etcétera. Tan largo como la propia imaginación permita. «Ha sido un éxito rotundo, es el primero sin ninguna restricción desde la pandemia y la calle Uría y San Francisco han estado llenas de gente, con más de 1.500 participantes», señaló la edil. Una locura de carnaval.
Los hubo que tiraron de nostalgia. No todo iba a ser crítica social. Natalia Álvarez González, del centro social de San Claudio, va del «Antroxu» del de antes. Intentando recuperar las tradiciones. Aunque aquí la crisis también se notaba. Ya verán. «Vamos cantando y pidiendo el aguinaldo, pero no nos dieron mucho, que está la cosa mala, hay crisis», asegura, «pero ya veníamos prevenidos y por si acaso habíamos traído huevos cocidos y chorizo». Por lo que pudiera pasar, no fuera a ser que durante el desfile les entrara la gula. La idea era tirar de añoranza. «En San Claudio nos gusta recuperar cosas antiguas, otros años hacíamos algunos carteles, pero este decidimos volver a lo nuestro, a lo del pueblo porque antes lo que se hacía era ir pidiendo el aguinaldo por las casas», aseguró. Así que quisieron replicar el modelo por el centro de la capital, pero no hicieron demasiada hucha.
Por detrás llega otro grupo muy animado. Animadísimo. No paran de bailar. Visten llamativos disfraces de lo que la portavoz, Marisa Álvarez, describe como «chuches». «La temática era ir de dulces, de chucherías... sobre todo pensando en los niños que van 27 en el grupo y luego los adultos vamos como piruletas de fiesta, otros de donuts y había unos vendedores que iban repartiendo confeti entre los críos porque nos dijeron que no podíamos tirar ni comida ni caramelos», explica. La coreografía, sobre el escenario de la plaza de la Catedral donde exhibieron sus dotes artísticas ante los miembros del jurado del concurso de disfraces, fue de las más coreadas. De las más animadas al menos.
También llamativos fueron los disfraces de los integrantes del centro social de Vallobín que iban de juguetes. Cada uno de uno. Había un cochecito de madera y hasta un Pinocho que sobre el escenario de la Catedral recobró la vida y pasó de ser un juguete de madera a un niño de carne y hueso, igualito que en las películas. Sonia Sánchez y Laura Álvarez llevan unos disfraces gigantescos, de juguetes muy antiguos. «Llevamos pensando el tema ya un año», apunta la primera. La segunda aclara que este año les resultó un poco más complicado conseguir los materiales. «El cartón escasea, está cotizadísimo. No lo encontrábamos por ningún lado», agrega la segunda.
Un grupo algo ecléctico era el que formaban unos vecinos entre los que la nota dominante era la elegancia. Vestían como de antaño. Hortensia Arango explica el concepto: «Somos la elegancia de Oviedo camino del Santiago Primitivo, yo vengo como la primera peregrina rusa», dice mientras se ajusta una refinada bufanda. A su lado entre la comitiva destaca Francisco Rodríguez que va como la escoba de platino que suele recibir cada año la capital asturiana por su limpieza. Lleva un mono azul y una escoba pintada de platino. Y por si todavía quedaba alguna duda con el atuendo, a la espalda lleva un cartel que dice: «Escoba de platino». No había pérdida.
Por detrás llega un grupo de cubanos que no viene de La Habana, sino del centro social El Cortijo, de La Corredoria. Todo queda en casa. El de ayer fue un desfile especial para ellos porque faltaba una de las integrantes más ilustres, Rosita Vega que falleció hace unos días. Pero su recuerdo estaba presente. Tanto que el traje de cubana que iba a vestir en el desfile iba en el capó de un coche de cartón que formaba parte del atrezo. La matrícula del vehículo no llevaba números, solo el nombre de Rosita. Y sus hijos y nieto fueron también homenajeados sobre el escenario. La concejala de Festejos les entregó un ramo de flores y se llevaron un caluroso aplauso del numeroso público congregado en la plaza de la Catedral. «Los trajes nos llevaron su tiempo, lo cosimos todo a mano», asegura Mónica Fernández.
Los ganadores del concurso en la modalidad de grupos fueron unos tapiegos que, con todo lujo de detalles, recreaban una especie de viaje espacial de una expedición que partió en 1492 desde el Puerto de Tapia de Casariego, pero se perdió y apareció mucho tiempo después tras haber descubierto un planeta de nombre «Gaitaxia». No les faltaba detalle. Iban los exploradores extraviados montados en la «pinta», la «sidrina» y la «caña fría», acompañados de los «gaitaxianos» unos extraterrestres verdes, explica Juan Carlos González.
Tirando de humor se presentaron al concurso un grupo que simulaba el funeral de las fiestas de San Mateo, con su concejala de festejos y su alcalde y todo. La verdadera edil, Covadonga Díaz, se encontró con su doble y se lo tomó con muy buen humor. Hasta se hicieron alguna foto juntas. El ambiente era de fiesta que se prolongó hasta tarde con la actuación del grupo «Beatriz», una de las novedades de los festejos.
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