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La intervención en el conjunto histórico de Olloniego tratará de aclarar su origen

La obra para consolidar la torre y el palacio incluye alguna reconstrucción y una limpieza general, según explica el arquitecto Valentín Arrieta

El arquitecto Valentín Arrieta, con el conjunto histórico de Olloniego a su espalda. | Irma Collín

El conjunto histórico de Olloniego está formado por un palacio, una torre circular y una capilla –entre otras construcciones– que servían para vigilar en la época medieval un portazgo que hacía de control de acceso y de recaudación de impuestos a aquellos que cruzaban el puente que salvaba el caudaloso río Nalón. Lo primero fue la torre de vigilancia redonda e imponente que fue levantada entre los siglos XIII y XIV (hay opiniones dispares) y en las épocas posteriores se fueron añadiendo las nuevas construcciones según los diferentes dueños iban habitando el inmueble. Tanto trajín en su interior y exterior ha provocado ciertas dudas sobre el origen exacto de algunas partes de este conjunto histórico, que es toda una joya oculta del patrimonio carbayón. Por ese motivo el proyecto encargado por el Ayuntamiento de Oviedo –que aún necesita del visto bueno de la Consejería de Cultura– para la recuperación de este espacio incluye realizar varios sondeos arqueológicos para precisar muchas de las dataciones que hasta ahora solo son aproximaciones.

El arquitecto que firma el proyecto, Valentín Arrieta Berdasco, matiza que esos sondeos se centrarán en el interior del edifico que es donde, más o menos, puede haber más dudas. Se centrarán en el estudio de las rocas para analizar su origen y para intentar buscar pavimentos originales. Arrieta Berdasco es doctor en Arquitectura por la Universidad de Valladolid, está especializado en el estudio e intervención del patrimonio y entre otros proyectos ha realizado la consolidación de la torre del castillo de Soto en el concejo de Aller.

Serán las primeras obras que se hagan en este conjunto histórico desde 1990, es decir desde hace más de treinta años. Aquellos trabajos, por encargo de la Consejería de Cultura (el conjunto histórico no pasó a manos del Ayuntamiento hasta 2011) dependieron del arquitecto Nicolás Arganza y consistieron en poner una cubierta en la torre; otra en la capilla, además de arreglarla por dentro, y se rehacen algunos de los muros que se encontraban en muy mal estado. "Los había que estaban muy mal o que estaban a punto de caerse, pero fue una actuación que no llegó a todo, que se centró en los puntos que estaban en peor estado", asegura. Y aun así el tiempo siguió pasando y los achaques propios de la edad continuaron. Lo que hace urgente volver a intervenir en el complejo.

"Lo que se va a hacer es una obra de consolidación en todo el conjunto para evitar que se caiga; por dentro hay bastantes zonas que están bastante mal; lo que no vamos a hacer son reconstrucciones de lo que se ha perdido más que algunas puntuales y donde sea necesario porque haya peligro de derrumbe (uno de los espacios, por ejemplo, está a un paso de caerse; de hecho, una de las esquinas ya se ha venido abajo); vamos a hacer una limpieza general, usaremos biocida para intentar eliminar la vegetación tanto en el terreno interior como en los propios muros; limpiaremos la piedra y los enlucidos que quedan en las salas interiores, y vamos a hacer una serie de inyecciones en las grietas con morteros de cal y coserlos con varilla de fibra de vidrio para asegurarlo todo", explica Valentín Arrieta. También se van a renovar las cubiertas que se habían instalado en la anterior intervención, la de comienzos de los noventa.

Este conjunto histórico esconde verdaderas joyas a la vista de todos, pero que pasan desapercibidas. Por ejemplo, en una de las torres de la época renacentista, de las que fueron añadiéndose, cuenta con varias saeteras de tiro apuntando hacia el camino para la defensa del edificio que, por aquella época ya era residencial pero sus habitantes, por lo que se ve, continuaban bastante preocupados por su seguridad. Otra joya es un gran salón que por sus dimensiones, señala Arrieta, "debió ser espectacular" y que conserva en más o menos buen estado lo que en su tiempo fue una enorme chimenea. También había una enorme escalera, de gran interés, que unía los dos niveles del palacio. Desde que pasó a manos del Ayuntamiento el exterior está más cuidado, con una zona para hacer barbacoas en las cercanías y con el desbroce habitual de los prados que circundan a estas perlas arquitectónicas que albergó, entre otros, a la familia de los Bernaldo de Quirós.

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