La ovetense Sonia Grande se viste de premios y acaba de terminar su sexta película con Woody Allen

La diseñadora de vestuario de cine será galardonada en el Festival de Alicante

Sonia Grande.

Sonia Grande.

África Prado

La diseñadora de vestuario cinematográfico Sonia Grande (Oviedo, 1964) acaba de terminar su sexta película con Woody Allen. Un hito más en una carrera cuajada de perlas con trabajos para Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, González Iñárritu, James Gray, Asghar Farhadi, Nancy Meyers o Roland Jofeé. Y sigue de premio en premio. Tras el que se le concedió en la última edición del Festival de Cine de Gijón, el pasado mes de noviembre, por toda su trayectoria, ahora le llegará el reconocimiento del Festival de Cine de Alicante, su tierra de adopción. Será el 10 de junio cuando recibirá el premio Fashion Cinema en la clausura del festival, con el que por primera vez se quiere reconocer el trabajo de los diseñadores de vestuario cinematográficos.

A Grande, doce veces nominada y ganadora de dos premios Goya (por La niña de tus ojos, de Fernando Trueba, en 1999 y Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, en 2020) y reconocida con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en 2016, le hace ilusión recibir este premio en Alicante ya que "aunque soy asturiana de nacimiento, vivo en la huerta de Alicante, entre La Marina y Rojales. Viajo para trabajar, pero mi vida la he centralizado en Alicante".

Reconoce que es un honor que con ella se inauguren unos galardones que "reconocen que el diseño de vestuario es una narrativa muy seria, que trabaja dando información y aportando emociones a la película y es absolutamente indispensable tratar este departamento en el cine con seriedad. Por eso, ya era hora de que llegaran los premios a este sector, indica la profesional, convencida de que un mal vestuario puede arruinar una película: "No he visto un buen director que admita un mal vestuario. Es que antes de que un actor emita una palabra, el vestuario ya te está contando quién es el personaje y es necesario que esté muy bien hecho. El cine se hace con imagen y el vestuario se integra en ella, y si eso está mal hecho, la película está coja, seguro", afirma.

De familia de artistas, creció con la pintura en casa y dibujaba desde niña. "La pintura me ha ayudado enormemente en mi profesión. Me leí Bomarzo, de Mujica Láinez, y empecé a pintar a los personajes y los decoraba con telas con 13 o 14 años, hacía collages y ahí realmente empecé, sin saberlo, a hacer mis primeros figurines", cuenta Grande, que estudió Arte Dramático y tuvo la "suerte" de trabajar con Miguel Narros, entonces director del Teatro Español y su diseñador, Andrea D’odorico, y ahí encontró su vocación.

"Estuve unos diez años en el teatro, aprendiendo con ellos, porque no había escuelas y sigue sin haberlas. En Inglaterra, Italia o EE UU esto no pasa; aquí hay cursitos o cositas, pero en la Escuela de Cine aún no puedes convertirte en diseñador de vestuario", explica la profesional que cree que en el futuro de Ciudad de la Luz, "sería importantísimo, si se abren los estudios, montar un centro educativo para formar a gente y que tengamos escuelas homologables a cualquier lugar del mundo".

Del teatro saltó al cine y enseguida le nominaron a un Goya por La celestina (1996), a la que siguieron casi medio centenar de películas. "Ya me quedé en el cine, aunque el teatro me encanta y tuve esa suerte de tener muy buena formación en diseño de época. Es muy bueno pasar por el teatro, una escuela necesaria".

Acaba de firmar su sexta película en París (Coup de Chance) con Woody Allen, al que conoció en Vicky Cristina Barcelona y con el que siguió colaborando después en Midnight in paris, A Roma con amor, Magia a la luz de la luna y Rifkin’s Festival.

"Las personas con las que trabajas son determinantes siempre, te hacen llegar a un lugar que hacen que tú mejores. Cuanto mejor es el director, mayor es el salto personal. Yo no sería la misma sin haber trabajado con Woody Allen, que es con el que más películas he hecho; o con Almodóvar, que es un genio de la imagen y especialista en la estética; o..." y sigue encadenando nombres.

Grande rechaza la fama de cascarrabias de Allen -"¡Qué va! eso es una leyenda total", afirma- y opina que cuando dijo que esta sería su última película "se refería, creo, al cine de autor, donde él es un exponente, y que hoy agoniza porque es muy difícil producirlo".

La diseñadora cree que en su trabajo "es importante que te lleves bien y que tengas feeling con el director, si no, es muy difícil", apunta, y reconoce que llega a conocer los gustos y debilidades de los que piden su ayuda: "Sabes que a Almodóvar le ofreces el rojo y no vas a fallar porque le fascina; o lo que a Woody le puede horrorizar (el carmín, el maquillaje) y que le gusta el vestuario elegante y sencillo. No le gustan las prendas de súper abrigo sobre los actores porque los tapan".

A ella le mueven "las buenas películas", sean de época o contemporáneas: "En la época me muevo muy fácil, me resulta placentero. Lo que no me gusta es el naturalismo. Me gusta Almodóvar porque no lo es, o Woody porque recrea una sociedad de los ricos. Me encanta el documental, pero no me gusta hacer documental, no me gusta copiar la realidad, no me produce ningún interés".

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