Los restos de Tatiana Coinac, la mujer moldava de 44 años brutalmente asesinada cuyo cuerpo apareció en la bañera de su piso de Teatinos con claros signos de extrema violencia el pasado día 12 de marzo, ya descansan en el cementerio municipal del Salvador. El juzgado número 3, encargado de instruir el caso, que continúa bajo secreto de sumario, dio autorización a la familia para retirar el cadáver del Instituto de Medicina Legal justo cuando se cumplían diez días desde que agentes de la Policía Nacional accedieron a la vivienda de la calle Amsterdam, en la que hallaron a la mujer sin vida y totalmente desnuda en el cuarto de baño.
Un furgón funerario fue el encargado de trasladar el cuerpo en la mañana de ayer hasta los Arenales, donde, según fuentes consultadas por este periódico, la familia depositó sus restos. Esas mismas fuentes apuntan a que la despedida fue íntima, con la participación de un círculo muy cercano, en el que se encontraría su madre, la mujer que alertó desde Benicarló (Castellón), que su hija llevaba días sin dar señales de vida.
Con las honras fúnebres se puso fin a una decena de días de custodia legal de un cuerpo sometido a un minucioso análisis con la finalidad de intentar recabar el máximo de datos y pruebas necesarias para tratar de dar con el autor de un crimen cuyo perfil más probable, según pudo saber LA NUEVA ESPAÑA, es el de un hombre con antecedentes de violencia contra las mujeres, que posiblemente haya dejado rastro genético y que puede haber cometido acciones similares anteriormente.
En los días siguientes a la aparición del cuerpo, agentes de la Policía Nacional de los grupos de Homicidios y de la Unidad de Coordinación Operativa de la Comisaría General de Policía Científica de Madrid reforzaron a los investigadores de Oviedo con la intención de emplear las técnicas más novedosas en la investigación de homicidios. Ello conllevó un análisis minucioso de la vivienda y su círculo cercano, teniendo incluso que hacer noche policías en el piso para proteger la escena del crimen.
Tal y como adelantó este periódico, la muerte de Tatiana Coinac se produjo entre dos y tres días antes de que se localizara su cuerpo, el domingo día 12 por la mañana. Se sospecha que la persona que acabó con la vida de la mujer, afincada desde hace 15 años en un piso de la calle Amsterdam, donde ejercía la prostitución, lo hizo en una habitación distinta al lugar en que se encontró el cadáver. La secuencia en la que se trabaja apunta a que el asesino la mató en la habitación, tras atarla a la cama, y después la trasladó al cuarto de baño.
Tatiana estaba en la bañera cuando la Policía la encontró. Después se supo que la persona que la asesinó se empleó a fondo para lavar el cuerpo, creyendo así que eliminaría su rastro y daría pie a interpretaciones policiales distintas a la del asesinato.
El carácter extremadamente violento del asesinato, con ensañamiento, refuerza la hipótesis de que el autor del crimen pudiera haber actuado en otras ocasiones, en otros escenarios, y habría dejado otras muestras de ADN. De hecho, se apunta a una persona con antecedentes por casos de violencia contra las mujeres.
El hallazgo de una huella biológica del asesino puede resultar clave para resolver el crimen. Los investigadores de élite de la Policía Nacional desplazados a la capital asturiana introducen en estos casos el perfil genético en la base CODIS, un registro de perfiles de ADN de autores de hechos delictivos graves, tanto anónimos como fichados y condenados, para buscar coincidencias. Con este mismo método, la UDEV ya ha aclarado varios casos como el de sendos crímenes sin resolver en Elche y Orihuela, en 2020, que habían sido obra de un asesino en serie a su paso por España.
Queda por ver qué sucede con la búsqueda del asesino de Tatiana Coinac, una vez que su familia pudo al fin poner fin este miércoles a casi dos semanas de angustia, a la espera de poder recoger el cuerpo. La mujer vivía con una discreción extrema, en su barrio apenas era conocida y con la misma discreción la despidieron los suyos, ayer, en Oviedo.