Entrevista | María Martínez Revuelta Especialista en cuidados intensivos del HUCA, ingresa en la Real Academia de Medicina

"En la UVI intervendrá la inteligencia artificial, pero lo más importante será la humanización"

"Es fácil hablar a toro pasado, pero si hubiera otra pandemia tendríamos que evitar la soledad de los pacientes"

María Martínez Revuelta. | Irma Collín

María Martínez Revuelta. | Irma Collín / Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

María Martínez Revuelta (Oviedo, 1966) es médica de la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) polivalente del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). En la tarde de hoy, jueves, ingresa en la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado como académica correspondiente. Su discurso llevará por título "La UVI del siglo XXI". La ceremonia se desarrollará a partir de las 20.00 horas en el salón de actos del Colegio de Médicos de Asturias (plaza de América 10, Oviedo).–¿Por qué eligió ser médica?–Desde niña siempre he querido ser médica. Sin duda ha influido el hecho de que mis padres hayan ejercido profesiones sanitarias: mi padre es médico cirujano y mi madre, enfermera. Soy la mayor de cinco hermanos, y dos de nosotras hemos estudiado Medicina.

–¿Por qué se decantó por la especialidad de medicina intensiva?

–Es una especialidad muy completa que contempla al enfermo de una forma muy global. Además, tiene una parcela de técnicas que hizo que me pareciese muy atractiva.

–¿Qué cualidades específicas exige este trabajo?

–La medicina intensiva supone a veces tener que tomar decisiones de una manera rápida, pero esto es común a otras especialidades cuando surge alguna complicación. Sí que es verdad que somos el último eslabón en la atención al paciente grave.

–¿Qué referentes profesionales le han marcado en su carrera?

–Todas aquellas personas que han participado en mi formación como médica e intensivista me han marcado de una manera u otra.

–¿Cómo vio y cómo vivió usted la pandemia de covid-19?

–Desde el punto de vista profesional, creo que ha sido el mayor reto al que nos hemos enfrentado. Estábamos ante una patología desconocida, grave, con una situación de pandemia y una gran carga asistencial. A nivel personal, la sensación inicial fue de miedo e incertidumbre, supongo que como en gran parte de la población. Aparte del miedo al propio contagio, era inevitable pensar en que podías contagiar a tu familia, y todo ello suponía una gran carga emocional. Recuerdo que durante el confinamiento, cuando salía de trabajar, en las calles no se veía a nadie. Me impresionaba ver los coches de la Policía o del Ejército en las calles vacías. Era como una película de ciencia ficción.

–¿Cuál fue el momento más dramático y cuál el más motivador?

–Para mí ha sido muy duro el ver la soledad de los pacientes, llamar a las familias para decirles que su familiar iba a fallecer. Muchos de ellos no podían acudir a despedirle, al margen del confinamiento, porque también estaban contagiados. Muchos pacientes, al ingresar en la UVI, llamaban a sus familias para despedirse antes de que los sedáramos para intubarlos. Lo más motivador era cuando los pacientes se iban de alta.

–¿Qué cosas se harían de otra manera si se repitiese una situación similar?

–Creo que es fácil hablar a toro pasado. Pero, sin duda, lo que he comentado de la soledad de los pacientes o de los ancianos en las residencias habría que hacerlo de otra manera.

–¿Considera que la experiencia de la pandemia ha introducido parámetros nuevos en las UVI?

Dicen que de todo se aprende. Esto nos tiene que enseñar a tener recursos disponibles en cuanto a material, personal y medicación para poder responder en situaciones de crisis.

–¿Cómo es la UVI del siglo XXI que usted va a dibujar en su discurso de ingreso?

–Creo que la UVI del siglo XXI irá de la mano de los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial. Pero no debemos olvidar lo más importante, que seguirá siendo la humanización de la asistencia sanitaria, el bienestar del enfermo y de su familia.

–¿Cómo ha recibido el ingreso en la Academia?

–Es un honor haber sido aceptada para ingresar en la Real Academia de Medicina y Cirugía. Muchos de sus miembros han sido mis profesores en la Facultad de Medicina, o son compañeros de trabajo, y todos ellos tienen mi respeto y admiración.

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