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Alma de Oviedo

Una finta al libro de instrucciones

Gonzalo Botas, abogado polemista y amigo de la escaramuza política, sigue disfrutando de llevar la contraria

Gonzalo Botas, en la terraza de su despacho, en Uría. | Miki López

Gonzalo Botas, en la terraza de su despacho, en Uría. | Miki López / Chus Neira Foto: Miki López

Chus Neira

Chus Neira

El "my way" de Gonzalo Botas es un camino lleno de giros bruscos, atajos inesperados y callejones sin salida que él parece haber recorrido con la seguridad del que avanza en medio del frente de batalla, cuchillo entre los dientes y pies clavados en el barro. Polvo, sudor y lágrimas suenan en su móvil cuando le llaman, en el inglés del Churchill tronante original –"I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat"– y el abogado se sacude el flequillo, sonríe por el colmillo y concede encaramado a unas patillas por las que asoma cierta dosis de rock’n’roll: "Sí, es muy desagradable, así sé que es el mío".

(1) Con sus padres, Pelayo y Mari Tere, en Luanco. (2) Con el Oviedo Rugby, segundo por la izquierda de pie, con una cinta en la cabeza. (3) Seguido por su padre, el día de la jura como abogado. (4) Con su mujer, Malén, y sus hijos, Gonzalo y Nicolás, en Londres. (5) En el centro, en una reunión reciente de los cinco hermanos con sus familias.

Con sus padres, Pelayo y Mari Tere, en Luanco. / Chus Neira Foto: Miki López

Lejos de lo que pudiera parecer, Gonzalo Botas llegó a la abogacía por llevarse la contraria. Aquel día que estaba haciendo cola para el Vicerrectorado en González Besada llevaba en la mano la carta de pago para el primer año de Minas. El plan era hacer tres aquí y luego ir a Valladolid y acabar Teleco. Era un estudiante irregular, pero las matemáticas y la idea de ser ingeniero como el abuelo Tomás Botas de las Alas Pumarino le habían marcado un camino al que renunció en el último momento, cuando se dio cuenta de que un ingeniero trabaja para otros, algo impensable en su caso. "Tolero muy mal las órdenes, no podría hacerlo".

Una finta al libro de instrucciones

Con el Oviedo Rugby, segundo por la izquierda de pie, con una cinta en la cabeza. / Chus Neira Foto: Miki López

Saltó a Derecho sobre la marcha y casi le da un disgusto al padre, harto de que ninguno de los hermanos escamentara en la cabeza del progenitor. Esa finta, casi una especialidad aprendida en los muchos años de rugby, en el Oviedo, en el Uni, la puso en práctica el primer día de facultad, cuando levantó la mano para ser delegado y se retiró al segundo, en el momento de dar el nombre, porque ya había conseguido el propósito de que otros compañeros optaran al puesto. "Era un Contreras, el que si dicen blanco, yo, negro". La jugada no pasó desapercibida, en todo caso, para Cubiella y José Carlos, dos veteranos de Derecho que le invitaron a entrar en la Junta de Facultad. Dominar el claustro o influir en la elección de rector le gustó. Fue su bautismo político y ya nunca se bajó de esos zapatos, fuera militando en el PP, echando una mano a la Sociedad Civil de Mario Conde, a algún candidato de Ciudadanos o de Vox o ayudando a Álvarez-Cascos durante tres meses a montar Foro. "Fueron tiempos intensos, difíciles en lo personal, aprendí un huevo de él pero me daba más instrucciones de las que yo necesitaba, se acabó cuando ya no encajaba y lo dejamos por mutuo disenso. Creo que pocos le han hablado tan claro como lo hice yo".

Una finta al libro de instrucciones

Seguido por su padre, el día de la jura como abogado. / Chus Neira Foto: Miki López

De ninguna de esas batallas se arrepiente. Volvería a subirse al tren de Foro y volvería a abandonar a Cascos a los tres meses. Algunos dirán que es maleducado, pero él sostiene que su problema es que no le gusta perder el tiempo: "Soy tan directo que rasco".

Una finta al libro de instrucciones

En el centro, en una reunión reciente de los cinco hermanos con sus familias. / Chus Neira Foto: Miki López

Una finta al libro de instrucciones

Con su mujer, Malén, y sus hijos, Gonzalo y Nicolás, en Londres. / Chus Neira Foto: Miki López

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