Un error deja sin luz a una nonagenaria de Oviedo, que se ve "incapaz" de enfrentarse a la compañía

La mujer, que vive sola, se quedó sin suministro y sólo se encuentra con trabas para solucionar el problema: "Te piden un montón de datos y te hacen preguntas que no se contestar"

Teresa Salicio

Teresa Salicio / Luisma Murias

Félix Vallina

Félix Vallina

Oviedo

 A Teresa Salicio le tocó vivir sin luz en casa hasta poco después de finalizar la Guerra Civil. Tenía «siete u ocho años» cuando el suministro eléctrico llegó a los hogares de su pueblo natal, Castillejo de Azaba (Salamanca), pero desde entonces jamás se había quedado a oscuras. Ahora, en pleno siglo XXI y con 91 abriles a sus espaldas, lleva dos días sin electricidad en su piso de Ciudad Naranco a consecuencia de un error de la compañía suministradora. Vive sola a pesar de su avanzada edad y el corte de luz ha provocado que tenga que dejar su casa por primera vez en más de cuatro décadas sin que nadie haga nada por solucionarlo. «Gracias a Dios que tengo a mi hija cerca, pero mi casa es mi casa y quiero estar en ella. Si han cometido un error deberían solucionarlo cuanto antes y no provocarme estos trastornos a mi edad», asegura la mujer, que está «al borde de un ataque de nervios» desde que se quedó sin suministro.

Según le han explicado a la hija de Teresa Salicio, el corte de luz se produjo «por un error humano» de un trabajador de la empresa suministradora. «Según parece, alguien llamó a la empresa para darse de baja en su propio domicilio y al realizar los trámites se confundieron y le cortaron la luz a mi madre. Por explicarlo con un ejemplo, es como si un vecino mío llama para anular el contrato y lo que hacen es quitarme a mí el suministro porque alguien apuntó mal la dirección en la que se debería de ejecutar el corte», afirma Carmen Cavielles, que para poder llegar a esa conclusión tuvo que remover Roma con Santiago. «Llevamos dos días dando vueltas y dando palos de ciego sin que nadie nos haga caso», dice.

No en vano, todo comenzó el pasado martes. A eso de las siete, cuando Teresa Salicio encendió el interruptor que tiene situado junto a su cama, aún había luz, pero poco después notó que las cosas ya no iban bien. «Me puse a hacerme el desayuno y ya no funcionaba la vitrocerámica. Después probé con el interruptor de la cocina y tampoco. Me puse un poco nerviosa, pero pensé que podían haber saltado los plomos», explica la mujer. Teresa Salicio goza de muy buena salud y es muy independiente a pesar de tener 91 años, pero hay cosas para las que siempre cuenta con la ayuda de su familia. «El cuadro de la electricidad está en un sitio alto y yo prefiero no subirme a una silla para alcanzarlo por si me caigo y me rompo algo así que llamé a mi yerno para que viniese a comprobar que pasaba», dice. 

Entonces llegó Carlos Velasco y comprobó que no había saltado el automático. A partir de ahí comenzó la odisea. «Lo primero que hice fue llamar a la compañía para avisar de lo que estaba ocurriendo. Después de varias esperas y de pasarme con una persona y con otra me dijeron que tomaban nota, que abrían una incidencia y que lo solucionarían lo antes posible», señala el yerno de Teresa Salicio, que al igual que muchas personas de su edad, y de bastantes menos años, se siente indefensa ante esta tipo de trámites. «Si no hubiese tenido a mi familia a mi lado yo no sabría hacer estas cosas, sería incapaz. Te piden un montón de datos y te hacen preguntas que yo no se contestar. Es todo muy difícil», señala Teresa.

Pasaban las horas y la empresa no daba señales de vida. La hija de Teresa Salicio hizo mil llamadas en busca de soluciones, pero después de darse contra un muro de telefonistas sin respuestas decidió dar un paso más. «Fui directamente a una oficina que tiene la empresa en Oviedo y allí, después otras mil vueltas, me enteré de que el contrato de la luz en casa de mi madre llevaba dado de baja desde el día 5 de diciembre», explica Carmen Cavielles. «Parece ser que los cortes de luz no son inmediatos, por eso no se ejecutó hasta hace unos días. Seguramente veían que había consumo y por eso seguían suministrando. Lo que está claro es que a mi madre no le llegó ningún aviso ni ninguna notificación y que la luz se la cortaron del golpe. A lo mejor le enviaron esas notificaciones a la persona que supuestamente pidió la baja de su domicilio, el domicilio que confundieron con la casa de mi madre, pero como nadie nos explica nada con claridad no podemos saberlo», añade.

Como el problema seguía sin solucionarse, Carmen Cavielles acudió a la Oficina de Consumo del Principado de Asturias. «Lo que nos dijeron fue que tienen bastantes casos similares», explica Cavielles, que también intentó denunciar el caso en la comisaría de la Policía Nacional. «Nos atendieron, pero nos explicaron que no podían formalizar la denuncia porque no se trataba de un tema penal», afirma la hija de Teresa, que también está desesperada. «Lo hemos intentado todo y no hemos podido lograr nada hasta el momento», sostiene. Mientras tanto, Teresa Salicio sigue a la espera de que vuelva la luz para poder regresar a su domicilio. «He perdido todo lo que tenía en la nevera, pero ya no se trata del dinero, es que yo quiero estar en mi casa y no he hecho nada para tener que estar fuera», dice. «Nos dicen que van a solucionarlo lo más rápido posible, pero lo más rápido posible tenía que haber sido el primer día. Seguro que sólo tienen que darle a un botón para que vuelva la electricidad y aún así no lo hacen», dice disgustada.  

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