Entrevista | Monica Conesa Soprano, debuta en España interpretando a la protagonista de «La Dolores» en el festival de zarzuela del Campoamor
"Mi carrera empezó el año pasado y todo esto es un sueño, estaba de la mano de Dios"
"Mi abuela cuenta que de niña, en La Habana, iba todas las semanas a la zarzuela y es muy emocionante para ella que yo cante ‘La Dolores"

La soprano Monica Conesa. / IRMA COLLIN

Si se cruza con ella por Oviedo difícilmentee le pasará desapercibida y es probable que vislumbre en ella los andares de la Dolores. Mónica Conesa (Florida, Estados Unidos; 1996) debuta en España en el Campoamor con el personaje que protagoniza y da título a la ópera de Bretón. «La Dolores» subirá a las tablas de teatro ovetense los días 27 y 29 de abril.
–Se enfrenta a «La Dolores» por primera vez.
–No sólo eso, es mi debut en España y estoy muy agradecida a la temporada de zarzuela en Oviedo por la invitación a interpretar la Dolores. Mi abuela, que vivió en Cuba la conocía, es un personaje muy famoso allí.
–En España se piensa que la zarzuela se conoce poco fuera.
–Yo sobre todo por mi abuela. Mis abuelos, por las dos partes son cubanos, pero emigraron de España, desde Valencia y Tenerife. Mi mamá también vivió en Madrid y mi abuelo estudió Medicina en Madrid. Mi familia tiene mucha alegría de que debute en España, vendrán a verme mis padres. Y sobre la zarzuela fuera de España, mi abuela cuenta que de niña en Cuba, en La Habana, le encantaba, iba todas las semanas. Es muy emocionante para ella que yo cante zarzuela, está muy conectado a las memorias de su juventud.
–Y ahora, ¿se programa mucha zarzuela a la otra orilla del Atlántico?
-Sí, sí, mucho. La familia de los Domingos (Plácido Domingo, padre e hijo) la hicieron muy famosa en todo el mundo. Mi abuela me cuenta que los conoció en Cuba y que ellos llevaron muchas zarzuelas al teatro en La Habana.
–¿Qué había oído del festival de Oviedo?
–Me contaron que es un teatro muy hermoso en una ciudad fantástica con mucha comida, me hablaron del cachopo…
–¿Lo ha probado?
-Sí, me encanta. Y mis compañeros me contaron que no debo comer fabada antes de cantar, ¿y qué hice yo, de necia? ¡Comerlo! Pensé: «No puede ser, están exagerando», pero no, no es una exageración. En fin, sabía de todos los personajes importantes han cantado aquí. Los compañeros del equipo son muy agradables, me siento en familia aquí. Los ensayos están llenos de bromas, de chiste, y me encantó la escena de la jota: ese ensayo se convirtió en pachanga.
–¿Se trabaja de forma distinta en España?
–Este es mi primer y único trabajo en España, de momento. También tengo «Goyescas» aquí, en Oviedo, y voy a tener un concierto en Madrid, con Jorge de León. Los españoles son muy amables, cariñosos, crean un ambiente muy cómodo y muy libre, se discute y se fomenta la curiosidad, todos colaboramos, están más abiertos a toda las ideas. Y las obras son más cercanas aquí: este no es un papel como el de «Aida» en la Arena de Verona. La Dolores fue una mujer de verdad.
–¿Cómo fue su presentación en Verona?
–Todavía estoy emocionada. Mi carrera comenzó el año pasado, con la obra más importante para los italianos, que es «Aida», increíble de hacer a esta edad y con mi experiencia. No creo que haya habido ningún debutante titular tan joven.
–Una carrera relámpago.
–Se lo tengo que agradecer a mi maestro, Mauricio Trejo. Él está aquí conmigo y asumió la responsabilidad de todo esto. Yo vivía en Nueva York, estaba estudiando poco a poco cada semana con él y su esposa; después llegó la pandemia y perdí todo mi trabajo, mi apartamento y tuve que mudarme a Florida con mis padres. Él me llamó y me dijo: «Vas a venir a Filadelfia, donde nosotros estamos, y vamos a trabajar todos los días, y cuando termine esta pandemia tú vas a estar adelante, no vamos a perder el tiempo». Hablé con mis padres y me mudé a Filadelfia. Estábamos preocupadísimos con el covid y estudiábamos en el garaje, yo en el patio, a veces cinco horas al día. Luego me dieron el primer premio en el concurso que convoca José Carreras. Fue increíble, mi abuela vino y conoció al maestro, estaba emocionada.
–Vamos a citar a su abuela, que es tan importante.
–¡Ay, sí! Marta González Conesa, y mi abuelo, Winston Arabitg, él fue quien me introdujo a la ópera con un concierto de Plácido Domingo y Rolando Villazón, con Anna Nebretko y Jorge de Léon, que luego contó conmigo en Verona la parte de Radamés. ¡Todo esto es un sueño! Yo creo que estaba de la mano de Dios.
–¿Y «La Dolores»? ¿La conocía?
–Por mi abuela había escuchado la canción de «Si vas a Calatayud…». Ella es una mujer que se defiende, no se victimiza y lucha por su honor. En ella veo mucha fuerza. Amelia Ochandiano se inspiró en la juventud de su mama y su abuela, en los años 50, y yo también conté con mis abuelas. Mi abuela Marta es muy honorable, delicada, recatada… Pienso en ella, si alguien cantara algo así de ella... Sería fatal.
–¿Se imagina usted, o cualquier mujer de su edad, como la Dolores en la vida real hoy en día?
–Yo le dije eso a Amelia, que es como si Melchor, que es el que canta la copla, hubiera puesto algo en las redes sociales. A mí mi familia me cuidó mucho, no dejaron que pusiera cosas en las redes sociales, tengo mucho cuidado porque he visto a chicas a las que ha afectado. En Estados Unidos las universidades están chequeando las redes sociales. Así que lo que le pasa a Dolores es muy cercano a esta época.
–¿Se ha llegado a identificar con la Dolores?
–Sí, sobre todo ahora que ha explotado mi carrera, entiendo lo que es estar recibiendo tanta atención. Ella sobre todo en el primer acto recibe mucha atención de los hombres, y veo como lo está negociando, intentando manejarlo. Me siento cercana a ella, también como mujer, caminando por la calle y recibiendo ese tipo de atención de los hombres. Yo soy más reservada, ella es puro fuego.
–La Dolores es muy echada para adelante.
–Sí, y eso engancha, te enciende. Yo no soy así, es algo muy lejano a mí, y me permite experimentar con eso. Yo siempre tengo mi pelo en un chongo, recogido, abajo, que no me moleste, ese es mi pelo, así trabajo. Amelia me pidió que entrara en los ensayos con el pelo suelto y ahora estoy por donde quiera con el pelo suelto y eso me ayudó a meterme en el personaje de Dolores. Amelia me dijo: «Ahora estoy viendo a Dolores».
–La música, la escena, la interpretación…
–La música está al servicio de la historia, se está hablando de personajes. Nosotros siempre empezamos con cómo camina el personaje, siempre. Tengo una forma de caminar para Aida, para Gioconda y ahora hemos estando creando como camina Dolores y como camina con su voz. Así es como nace el personaje.
–Dolores no tiene nada que ver con Aida.
–Nada, pero Aida aporta algo a Dolores. Aida es princesa y esclava, la hicimos caminar como flotando, bajando su energía para que no se note que es princesa. Esa experimentación corporal lo traigo aquí ahora. Esa elegancia de las mujeres de los años 50 fue el punto de partida. Sobre todo, Amelia y yo hablamos de la luz de Dolores, Dolores es una chica con luz.
–¿Sueña con interpretar algún papel?
–No sé, todos los papeles son importantes y me encantan. Cuando era niña me encantaba «Traviata», «Manon», «Tosca», «Madama Butterfly», me enamoré de Verdi, solo escuchaba Verdi, pero uno de los roles más importantes para toda soprano es «Norma», y ahora «Norma» está tocando a mí puerta. Son roles para mí voz, tengo la técnica y puedo comenzar inmediatamente con los roles que son importantes para mí.
–¿Y una soprano tan joven escucha música contemporánea?
–Me encanta la música de los 70 en los Estados Unidos, escuchamos mucho a José José, a Roberto Carlos, José Luis Perales, Julio Iglesias… Yo soy muy romántica. Me gusta Mecano también. Mis padres me criaron con Benny Moré, Israel Kantor, la música cubana… Yo siempre he sido un alma vieja. Me encanta Sinatra, Ella Fitzgerald… Siempre pensé que era de otra época. ¡Pero también me gusta Lady Gaga!
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