Crítica / Teatro

"Campeones": Este es el momento. Así fue el emocionante estreno de la obra en el teatro Filarmónica de Oviedo

La adaptación teatral de la película de Fesser supuso una emocionante lección para el público

Gonzalo García-Conde

Gonzalo García-Conde

Decía el director de cine Javier Fesser, en una entrevista para promocionar la película "Campeones", que cuando comenzó el rodaje lo había hecho pensando que, lo que tenía que trasladar al público, era que todos los seres humanos somos iguales. Pero que, después de trabajar con personas con capacidades distintas, incluyendo a todo el equipo de esa película en ese lote, él mismo también, había aprendido que todos somos únicos y merecemos ser tratados como tal. Y que la película había crecido a partir de esa sorprendente premisa.

José Antonio Prieto, Decano de la Facultad Padre Ossó (centro adscrito a la Universidad de Oviedo que ofrece los grados de Educación Infantil y Educación Primaria, además de Trabajo Social y Terapia Ocupacional) tuvo una iluminación en el año 2018. Hacer una adaptación teatral de la película de Fesser como parte de un proyecto inclusivo que permitiese a personas con necesidades y capacidades especiales desarrollar una actividad de perfil solidario desde la superación y el trabajo en equipo. Enseguida encontró socios en la Fundación Vinjoy y la compañía de teatro La Westia. Pero, al igual que a Javier Fesser, la cosa se le fue de las manos. Y eso lo hemos podido ver en el estreno de la obra en el Teatro Filarmónica.

Uno puede pensar que la fuerza de Campeones reside en la historia que cuenta. Un guion anclado en una realidad social prejuzgada, una de las grandes deudas que todavía tenemos como sociedad. Pero tratado de una manera plena de ternura, con mucho sentido del humor, con total naturalidad sin dejar de mostrar el asunto en toda su crudeza. Esto es lo que hay, no era para tanto. No es un problema, sino una oportunidad para entender las cosas desde otro punto de vista. Sin embargo, tanto en la película como en la obra de teatro hemos descubierto que ese guion sólo es el canalizador de la sencilla realidad de los protagonistas, que la lección es cada uno de ellos entendidos de manera individual.

En Oviedo hemos visto a Noemí, Cristina, Carmen, Sara, Clara, Martín, Pablo, Moises, Jhonny, Adrián. En ellos reside la grandeza de la historia. No es fácil imaginar el trabajo que han tenido que realizar, las horas de ensayos, de aprendizaje, la ilusión. Cómo superar el miedo escénico. Cómo se apoyaban los unos a los otros dando una lección a los actores con experiencia, y no al revés. Personas con una discapacidad intelectual capaces de entender e interpretar otra discapacidad diferente a la suya. Vimos, además, cómo la función era traducida de manera simultánea al lenguaje de signos en otra vuelta de tuerca a la diversidad.

Qué podíamos hacer los que asistimos como público. Tuvimos que meternos en la historia. Tuvimos que involucrarnos, acompañar con palmas la genial conga que se montó en el escenario cuando simulaban un viaje en avión al ritmo del "Volare" de los "Gipsy Kings". Tuvimos que ponernos de pie para aplaudir hasta que las palmas echaron humo cuando acabó la función. Entonces los actores fueron conscientes del trabajo que habían hecho. Les resultó imposible contener la emoción. También hubo lágrimas de alegría y de lección aprendida entre el público. Yo mismo lloré como un niño.

Este fue el momento de esos diez actores y de los otros que les secundaron en el escenario. El momento de Francisco Pardo, director de la obra, de todo el equipo. De la Facultad Padre Ossó y de la Fundación Vinjoy que pusieron todo esto a funcionar. Y ahora qué. Ahora es el momento de que cada uno, de manera individual pero como parte de la sociedad, pongamos en práctica lo aprendido. Lo más difícil fue todo, dijo una de las actrices al terminar la función. Pero lo logramos, añadió. Eso será lo que tendremos que hacer los demás, está claro.

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