Entrevista | Juan de Lillo Periodista, socio de honor de La Balesquida 2023

"La Balesquida es el fermento de la vida ovetense y el Martes de Campo una explosión de alegría"

"Asturias necesita líderes capaces de entusiasmar a la gente porque está aletargada y en shock por la pérdida de la minería"

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Juan de Lillo Cuadrado es de Moreda, y lo lleva a gala. La primera vez que visitó Oviedo tenía seis años y la ciudad le "encantó". En 1957 regresó a estudiar Derecho, después de una fallida incursión en Medicina. Su vocación era el periodismo: se veía venir desde que en el colegio fue elegido, junto a otros compañeros, para sacar adelante la revista escolar. De Moreda es también Graciano García, su amigo del alma, con el que en 1962 llamó a la puerta de LA NUEVA ESPAÑA. Lo que vino después es historia del periodismo asturiano, para empezar De Lillo llegó a ser redactor jefe del periódico. El 26 de mayo recibirá una distinción que le hace sentirse especialmente orgulloso. Ese día, a las 20.00 horas, en el teatro Filarmónica, será nombrado socio de honor de La Balesquida.

–¿Cuál es su vínculo con la Sociedad Protectora de La Balesquida?

–Soy socio desde hace mucho tiempo, no desde niño porque soy de Moreda. Vine a estudiar Derecho y en el 62 entramos Graciano y yo en LA NUEVA ESPAÑA. Y poco después Evaristo Arce, Diego Carcedo y Rubén Suárez, con José Vélez, el gran fotógrafo.

–¡Menudo plantel!

–Tuvimos mucha suerte. A Graciano y a mí nos decían que era imposible entrar en LA NUEVA ESPAÑA, que era el sancta sanctorum, pero tenía que producirse el cambio generacional. Íbamos a Moreda a escribir en la máquina del bufete de mi padre, que era abogado, y volvíamos aquí, hasta que un día le preguntamos a Juan Ramón Pérez de las Clotas, que era el redactor jefe, si podíamos escribir en una máquina de la redacción y nos contestó que a partir de las nueve de la noche podíamos ir y escribir. En aquel momento me dijo Chano (Graciano García): "Juan, estamos dentro". Fuimos la primera generación de periodistas en Asturias que se dedicó "full time" a la profesión, hasta entonces todos tenían otras ocupaciones. Empezamos a hacer reportajes por toda Asturias: por la playas, por los pueblos... En el 63 decidimos buscar por las playas de Asturias un biquini.

–¿Lo encontraron?

–Sí, en la playa de Ribadedeva, una chica francesa, la sacamos, por supuesto, y salió en el periódico: "Primer biquini en la costa asturiana". Luego, en el 63 ó 64, empezó la gran emigración a Bélgica, Alemania... Y le pedí al director del periódico que me dejara ir a hacer reportajes con los asturianos que estaban allí, me dijo que sí. El primer viaje lo hice a Bruselas, en un autobús con emigrantes, y el barrio de Midi ya estaba lleno de sidrerías, de bares que se llamaban Moreda, Oviedo, Ribadesella... En el 64 me autorizó a ir a Alemania dos semanas. Aquellos reportajes se leían aquí con avidez. Entonces no había televisión y el teléfono no era como ahora.

–Asturias ha cambiado mucho.

–Hay una cosa de la que adolece Asturias: necesita líderes, que sean capaces de arrastrar a la gente, de entusiasmarla, porque la región está aletargada, dormida, en shock por la pérdida de la minería. No aprovechó la oportunidad de reconvertirse con fondos estatales, como supo hacer Bilbao. Creo que fue en parte por la influencia de Villa.

–¿No ve ningún líder entre los políticos en activo?

–Son gente de buena voluntad, pero el liderazgo es otra cosa.

–Y Oviedo, ¿ha ido a mejor?

–Oviedo mejoró mucho. Cuando yo vine era una ciudad muy metida en sí misma, provinciana, todos nos conocíamos. Había vínculos que unían mucho a la gente, como ahora: el Oviedo, la Universidad, La Balesquida, que es la cofradía más antigua de España y la Sociedad Protectora celebra la romería más importantes de Oviedo. El Martes de Campo es una explosión familiar de alegría y La Balesquida es fermento de esa vida ovetense. La ciudad ha ido creciendo por las alas y los barrios hacen vida propia. Eso dispersó la ciudad y ya no nos conocemos todos. En los cinco tomos que hice sobre Oviedo ("Oviedo, crónica de un siglo", Ediciones Nobel), se ve el cambio que experimentó.

–¿Cómo se ha tomado la distinción que le hace este año La Balesquida?

–El primer título de honor que yo recibí fue el de la Asociación de la Prensa, que me dieron mis compañeros, y el segundo es el de La Balesquida. Yo me siento muy ovetense, aunque no renuncio a mis raíces alleranas. Siento un gran cariño por Oviedo y que la Sociedad Protectora de La Balesquida me premie de esta manera me gusta, me alegra. A mis años es un orgullo que te reconozcan una trayectoria.

–¿Y el título de hijo adoptivo de Oviedo?

–Yo valoro mucho el premio que me dieron mis compañeros y el de La Balesquida, porque es una sociedad muy arraigada en la ciudad y yo soy un carbayón en alquiler. Yo estoy muy agradecido a la ciudad y, hombre, la ciudad algo me deberá a mí también.

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