Los 10.000 de las Dominicas

El colegio Dulce Nombre de Jesús recopila en un libro sus cien años de historia, un volumen que recoge el nombre de todos sus alumnos

Ana Dávila y Alejandro Calleja, ayer, en el patio del colegio de las Dominicas. | Juan Plaza

Ana Dávila y Alejandro Calleja, ayer, en el patio del colegio de las Dominicas. | Juan Plaza / J. L. S.

J. L. S.

La Congregación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata, fundada por el religioso dominico Francisco Coll Guitart, llegó a Oviedo en 1923 y comenzó a dar clases en una casa de alquiler de la plaza de San Miguel, a las faldas del Seminario. Pronto el número de alumnas creció con fuerza y el colegio, al que habían llamado Dulce Nombre de Jesús, va tomando volumen y quedándose pequeño. Por lo que deciden construir un edificio propio en la calle Pérez de la Sala donde asentarse durante muchos años. Muchísimos ya. El colegio celebra estos días su centenario con diversos actos; toda su historia, convulsa durante el primer cuarto de siglo, ha quedado recogida en un libro escrito por el profesor Alejandro Calleja Álvarez y que se presentará este viernes en el salón de actos del centro, a las siete de la tarde. Una hora antes habrá una eucaristía para conmemorar la efeméride. A la presentación acudirán, entre otros, la priora provincial, Isabel Andrés Fernández; el exministro de Defensa y antiguo alumno del colegio, Gustavo Suárez Pertierra; y el presidente de Escuelas Católicas, Simón Cortina. Al evento están invitados los antiguos estudiantes del colegio carbayón. Más de 10.000 ya. Y creciendo.

Más números. En este siglo hubo 200 hermanas que pasaron por el colegio; y más de 500 profesores. "Intentamos que estuviera todo el mundo en el libro, pero los documentos de alumnos son incompletos en los años de la Guerra Civil", asegura Calleja. En el libro –en su parte final– vienen recogidos todos sus nombres. Los de los alumnos, profesores y hermanas que formaron parte o que forman parte ahora mismo de esta nutrida comunidad educativa. "Todavía se conservaban unos manuscritos en los que las monjas iban apuntando cada año el nombre de los alumnos", asegura Calleja. Ahora ya está todo informatizado.

Aquellos primeros años de vida del colegio fueron muy convulsos. Cuando la comunidad ya había encontrado acomodo justo al lado de lo que hoy en día es la plaza de la Gesta, llegó la Revolución de octubre del 34 y después la Guerra Civil que destruyeron parcialmente aquel edificio recién estrenado. Con lo que tuvieron que volver a empezar casi de cero. No obstante, apunta Calleja, pese a todos los golpes recibidos, en todos los cursos académicos hubo estudiantes en el colegio. No hubo ningún año en blanco. Primero poco a poco, con pocos alumnos, para luego ir cogiendo carrerilla hasta el total de diez mil. Ahora mismo tienen unos 1.200. Las siguientes décadas fueron, por fin, de estabilidad, con varias ampliaciones del edificio de por medio. Al principio, el peso de las clases lo llevaban las hermanas Dominicas hasta que llegó el gran cambio en 1939 cuando el centro fue autorizado por el Ministerio de Educación como Centro de Enseñanza Media y comenzó a impartir estudios de bachillerato, lo que supuso la llegada de profesorado seglar. No religioso.

Ana Dávila, directora del colegio, pone el acento además en la buena relación que hay con los antiguos alumnos que siguen formando una comunidad muy cercana al colegio ovetense. Ella misma fue estudiante de la escuela. "Cuando entras aquí te entra una sensación como de estar en casa", agrega. La casa de 10.000 ovetenses.

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