La espectacular exposición en Oviedo: "Frente a una bomba no puedes estar seguro de nada", dicen los tedax

El Auditorio expone artefactos de ETA y de la Guerra Civil desactivados por la Benemérita

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

El intelecto humano al servicio del terror, pero también la lucha para conjurarlo. El Auditorio de Oviedo acoge una exposición que reúne los artefactos más diversos de la banda terrorista ETA desactivados por los artificieros del Gedex de la Guardia Civil, los tedax. Aquí hay desde mortíferas bombas lapa hasta lanzagranadas artesanales, el temporizador "Coupatan" utilizado antes de que se inventasen los móviles, granadas caseras o las conocidas Jotake, tornillería para metralla, explosivos escondidos en un tuper, ollas-bomba...

El sargento primero Plácido Pérez López empezó en el Gedex hace 20 años y le tocó un coche bomba en el Aeropuerto de Santander, en julio de 2003, y el verano de las bombas en Asturias, al año siguiente. "En el primero tuvimos una hora de plazo para actuar; en los de Llanes y Ribadesella solo pudimos evacuar a la gente y recoger los restos", explica este gijonés. El sargento asegura que, para ser tedax, se busca a gente tranquila, que no se bloquee en momentos de tensión y a quien le guste los aspectos técnicos, como la electrónica, "aunque no hace falta ser un técnico de la Nasa".

Al guardia naveto Ricardo Velasco le tocaron los últimos atentados de ETA en Navarra, Aragón y el País Vasco. "Hubo una evolución de las bombas de ETA, se adaptaron a los cambios tecnológicos, aunque siempre aprovecharon la tradición tornera del País Vasco", dice. Se enfrentaban a bombas-trampa, como la que mató al langreano Juan Carlos Beiro en Leitza en 2002. "Frente a una bomba no puedes estar seguro de nada. A veces eran muy difíciles de desactivar", añade. En la muestra se ven los trajes antibomba que tienen que ponerse los artificieros, hechos de keblar, y con un peso de 26 kilos, más los seis del casco.

La muestra recoge una reproducción de una bomba-trampa que puso el Grapo en Ceares en 1982, escondida bajo el césped, cerca de un falso paquete explosivo. Un perro pasó sobre él y saltó por los aires. Otro tuvo que ser sacrificado. También hay una panoplia de explosivos de la guerra civil, desde granadas italianas o alemanas de palo, hasta proyectiles del 75 o del 155, o bombas de 250 kilos. "Todas las semanas salimos una o dos veces para estos proyectiles de la guerra", indicó, el sargento. Pero la muestra recoge mucho más: antiguos detectores de sobres-bomba, detectores de ántrax, robots de desactivación, trajes NRBQ (Nuclear, Radiológica, Bactereológica y Química)... Una muestra imprescindible.

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