Cecile McLorin Salvant, la voz prodigiosa del jazz mayúsculo, llega el martes a Oviedo

La cantante, coronada tres veces en los Grammy con solo 33 años, se presenta a dúo en el Campoamor con el pianista Sullivan Fortner

Cecile McLorin Salvant.

Cecile McLorin Salvant.

Chus Neira

Chus Neira

En una época en la que el jazz corre el peligro de convertirse en una carrera de talentos virtuosos (más rápido, más complejo, mejor) la voz de Cecile McLorin Salvant es capaz de competir con cualquier otra, pero la hermosa cabeza pelada en la que resuenan sus maravillosos "glissandos" aterciopelados piensa y se proyecta en una complejidad artística e intelectual que conecta a esta joven prodigio del último jazz vocal en una digna heredera de los mejores tiempos de la vanguardia, del jazz como un estado mental que avanza y tantea. Ese arte y esa sensibilidad, alimentada en una tierra genética de mil danzas donde el legado criollo, la vieja Europa y la raíz afroamericana se dan la mano y bailan, se podrá disfrutar este martes, Martes de Campo en la capital asturiana, en uno de los únicos cuatro conciertos que ofrece Mclorin este año en España, en formato dúo, acompañada por el pianista de Nueva Orleans Sullivan Fortner. La actuación, dentro del ciclo Vetusta Jazz, tendrá lugar en el teatro Campoamor y las entradas están a la venta, a 12 euros, en la web entradas.oviedo.es.

Cecile McLorin llega a Oviedo con un disco, "Mélusine", en el que sigue alejándose, progresivamente, de la recuperación de "standards" raros de sus primeros discos y se abre y mezcla en otras fuentes y otras tradiciones, folclore del siglo XII, textos en occitano, canciones haitianas. El título hace alusión a la leyenda de Melusina, medio mujer, medio serpiente, y muestra el interés de McLorin por explorar otros terrenos como hizo en su anterior "Ogresse", una fábula musical escrita y dirigida por ella misma, trabajos, todos ellos, cada vez más lejos de esos primeros discos que le han hecho ganar de forma casi consecutiva tres premios "Grammy".

Nacida en Miami en 1989, hija de un médico haitiano y de una francesa, directora de una prestigiosa institución docente de lengua francesa en Florida, Cecile McLorin inició su formación con estudios de piano y en formaciones corales locales, y con 17 años se trasladó a Francia, a Aix-en-Provence, donde estudió Derecho y comenzó sus estudios "serios" de canto. Toda esa herencia desembocó, con solo 20 años, en el primer premio del prestigioso torneo de jazz Thelonius Monk y un primer disco que la crítica recibió como una voz milagrosa, llena de matices y capacidades extrordinarias, "WomanChild", por más que ella considere que en esa grabación no se expresaba aún con total libertad.

En los trabajos posteriores, McLorin, varias veces premio "Down Beat", fue ganando en maneras, repertorio, añadiendo algunas composiciones originales y en premios "Grammy". Valga de ejemplo su atrevimiento a la hora de rescatar "Wives And Lovers", la reliquia de Burt Bacharach-Hal David, una canción que descubrió buscando en Google las canciones más sexistas de la historia. A ese disco, " For One To Love" (2015), siguió "Dreams And Daggers" (2018), mezcla de trabajo de estudio y de grabación en directo en el Village Vanguard, trabajo largo y delicado donde McLorin Salvant ha seguido ganando seguridad y altura intelectual.

La cantante que llega ahora a Oviedo es ya una artista que trabaja a distintos niveles. De los tiempos del covid se trajo una obsesión por Proust y Emily Brönte, por "En busca del tiempo perdido" y "Cumbres Borrascosas", por la idea del paso del tiempo, la memoria y el borrado del pasado. Todo eso lo ha ido aplicando a su jazz con sentido, perfección y con un conocimiento esencial del género que le permite cantar como las grandes damas de la música negra desde el aquí y ahora. Pero también lo ha ido tejiendo, con talento y sinceridad, en una producción artística paralela en la que trabaja tanto el dibujo como grandes telas trazadas con hilo y aguja, como se puede ver, estos mismos días, en la galería de Brooklyn Picture Room.