Los elegidos de Dios siempre ganan: el Arzobispo preside la ceremonia de ordenación de seis sacerdotes en la Catedral

Uno de los hijos del presbítero más veterano siguió el rito en directo y por internet desde Nueva York

Los nuevos presbíteros, tendidos ante el altar de la Catedral, durante la ordenación; al fondo, en el centro, el Arzobispo, presidiendo. | David Cabo

Los nuevos presbíteros, tendidos ante el altar de la Catedral, durante la ordenación; al fondo, en el centro, el Arzobispo, presidiendo. | David Cabo / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Pocas veces se ve la Catedral de Oviedo tan llena de gente como ayer, con niños sentados por el suelo y la concurrencia echando mano de todas las sillas auxiliares a su alcance. Antes de llegar, desde bien lejos, se intuía que algo importante iba a suceder, por el repique de las campanas. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, estaba a punto de presidir la solemne ceremonia de ordenación de seis nuevos sacerdotes, en una celebración que se prolongó durante más de dos horas y media, con un exquisito acompañamiento musical y más de un centenar de sacerdotes revestidos.

El Arzobispo no dejó escapar la oportunidad de echar mano en su homilía de una alegoría electoral, comparando lo que estaba sucediendo en el interior de la basílica con la cita de los ciudadanos con las urnas. En el caso de los nuevos presbíteros, dijo, es Dios quien los ha elegido. «La lista cerrada de vuestros nombres la ha formado el mismo Dios, y por eso es incontestable». «En este domingo hay otras urnas distintas, con tan solo seis papeletas que corresponden a los seis candidatos que saldrán elegidos al unísono por Dios, Él es quien os vota y consagra», añadió.

Por la izquierda, Andrés Camilo Cardozo, Alfonso López, José María Sauras, Jhon Steven Rivas, Jesús del Riego y José Javier Alumbreros. | David Cabo

Por la izquierda, Andrés Camilo Cardozo, Alfonso López, José María Sauras, Jhon Steven Rivas, Jesús del Riego y José Javier Alumbreros. | David Cabo / Elena Fernández-Pello

Los seis protagonistas de esos comicios divinos a los que se refirió el Arzobispo fueron Jesús del Riego Ruiz, nacido en Oviedo y de 25 años –celebrará su primera misa en su parroquia, San Francisco Javier de la Tenderina–; Jhon Steven Rivas Betancurt, de 25 años y natural de Pereira, en Colombia –su primera misa será en la parroquia de San José de Gijón–; Andrés Camilo Cardozo Polanía, de Neiva, también en Colombia, de 31 años –su primera misa será en el Seminario Metropolitano–; José Javier Alumbreros López, de Alcalá de Henares, con 33 años –su primera misa será en San Lorenzo, en Gijón–; Alfonso López García, ovetense, de 47 años –debutará en San Juan el Real–, y, por último, José María Sauras Vásquez, nacido en Madrid hace 72 años –oficiará su primera eucaristía en San Francisco Javier de la Tenderina–.

Uno de los hijos del presbítero más veterano siguió el rito en directo y por internet desde Nueva York

Este último, funcionario de Policía en Oviedo durante 45 años, ya jubilado como inspector jefe y viudo, se ordenó acompañado por dos de sus tres hijos, Borja y Carlos, que siguieron la ceremonia sentados en primera fila y le ayudaron a levantarse, en el momento del rito en el que los nuevos presbíteros se tienden en el suelo. Su tercer hijo, Pablo, siguió el ceremonial en directo y a través de internet en Nueva York, la ciudad en la que reside. Borja Sauras documentó el acontecimiento en su bloc de dibujo, tomando apuntes del natural.

La ceremonia comenzó puntual, a las seis de la tarde, tal y como estaba previsto. A esa hora, la Schola Cantorum de la Catedral entonó «El amor de Dios», de Leoncio Diéguez, y los sacerdotes revestidos salieron en procesión desde la capilla de Santa María del Rey Casto.

Al inicio de la celebración de la festividad de Pentecostés, con la que se hace coincidir todos los años la ordenación de nuevos sacerdotes, el Arzobispo roció con agua bendita a los fieles, recorriendo el pasillo central de la Catedral. A partir de ahí se sucedió un solemne y antiguo ritual. Tras la lectura del Evangelio de San Juan comenzó la ordenación propiamente dicha, con el Arzobispo llamando a cada uno de los presbíteros por su nombre, interrogándolos sobre la solidez de su fe y su vocación, con los aspirantes postrados ante el altar y luego dejándose imponer las manos por los sacerdotes que fueron testigos de la ceremonia y que son sus nuevos correligionarios.

Pasadas las ocho y media de la tarde y tras la bendición del Arzobispo a los cientos de fieles congregados en la Catedral, los seis presbíteros emprendieron su nueva vida.

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