Fallece a los 98 años el diplomático ovetense Amaro González de Mesa

Fue testigo y actor de algunos momentos cruciales de la historia reciente de España, como el Concilio Vaticano II o la «Marcha verde»

Amaro González de Mesa, en el Campo San Francisco, en el año 2009. | LNE

Amaro González de Mesa, en el Campo San Francisco, en el año 2009. | LNE / F. Torre / A. Rubiera

El diplomático asturiano Amaro González de Mesa García San Miguel (Oviedo, 1924) falleció ayer en su domicilio de Madrid por causas naturales. Tenía 98 años. Con una dilatada y brillante trayectoria como diplomático, sirvió en diversos países europeos, africanos y latinoamericanos, y fue testigo directo de momentos cruciales de la historia de España, entre ellos la «Marcha verde», con la que tuvo que lidiar siendo ministro consejero de la Embajada española ante Marruecos.

González de Mesa nació en Oviedo el 8 de diciembre de 1924, y se consideraba «asturiano de pura cepa, aunque con raíces canarias». Era hijo de un militar ingeniero –Amaro González de Mesa Suárez Madan– que se trasladó a Asturias cuando se creó el VI Regimiento de zapadores minadores, que estaba en el cuartel de Santa Clara. Su padre había estado en África y después en Canarias, y pidió el destino al regimiento que precisamente se había creado por iniciativa de su abuelo, Victoriano García San Miguel Tamargo, marqués de Teverga. «Conoció a mi madre, se casaron, y apenas volvió a salir de Oviedo», recordaba el diplomático.

Su infancia y adolescencia transcurrió entre Oviedo y Pola de Siero, en concreto en la parroquia de Bobes, en una finca de la familia. Cursó la primera enseñanza en los Maristas y forma parte de la primera promoción del Colegio Hispania, creado por el sacerdote Luis Somoano. En la Universidad de Oviedo cursó la carrera de Derecho «con buenos resultados», lo que le llevó a Madrid a preparar el doctorado, aunque finalmente un profesor asturiano de la Facultad de Ciencias Políticas, César Castañón, de Cabañaquinta, le convenció para hacer la carrera diplomática. A los 26 años sacó la oposición del cuerpo diplomático. Su primer destino fuera de España fue Marsella, como cónsul adjunto en el Consulado general, donde estuvo cuatro años, ya casado con Paz Elío, nacida en San Sebastián y con ascendencia navarra.

En aquel primer destino estuvo cuatro años (de 1955 a 1959) y fue testigo de episodios derivados de la rebelión de los generales de Argel, que trajo como consecuencia la vuelta de De Gaulle de su retiro.

Tras salir de Marsella estuvo destinado en Costa Rica como primer secretario de Embajada y encargado de negocios (1959-1962), y posteriormente se incorporó como consejero de la Embajada ante la Santa Sede. Allí permaneció otros cuatro años (1962-1966, en pleno Concilio Vaticano II) y, a su retorno a Madrid, estuvo otros seis, hasta 1972, como director de Cooperación Técnica Internacional y director de Relaciones con la Santa Sede. Desde este puesto tuvo que hacer frente al malestar del Vaticano por las penas de muerte solicitadas para dos sacerdotes dentro del proceso de Burgos.

Entre 1972 y 1976, Amaro González de Mesa estuvo destinado en Marruecos, como ministro consejero y segundo jefe de Embajada, en un momento de gran tensión entre ambos países, que culminó con la «Marcha verde» y la cesión a Marruecos de la administración del Sáhara. Tras algo más de un año en México, retornó al Ministerio como director general de Relaciones Culturales antes de afrontar su último destino: embajador de España en Caracas (Venezuela), donde permaneció seis años, hasta su jubilación en 1989.

Después fijó su residencia en Madrid, aunque pasaba largas temporadas en Asturias, donde mantenía casa. Y es que, pese a haber servido en tres continentes y residir durante décadas en la capital de España, Amaro González de Mesa nunca olvidó sus raíces. «Soy asturiano de pura cepa», remarcaba en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA en 2009.

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