"Hubo unas explosiones enormes", dice el dueño del coche que ardió en un garaje de Pumarín

El propietario del vehículo, de 90 años, trató sin éxito de extinguir las llamas originadas de forma repentina en el sistema eléctrico de su Seat Ibiza

Ricardo García, ayer, delante del portón del garaje donde se produjo el  incendio de su coche. | LNE

Ricardo García, ayer, delante del portón del garaje donde se produjo el incendio de su coche. | LNE / L. Blanco

"Intenté apagarlo con un extintor, pero las llamas se extendieron a la rueda de repuesto y hubo unas explosiones enormes". Es el relato de Ricardo García, el dueño del coche incendiado la tarde del viernes en un garaje del barrio de Pumarín que, a sus 90 años recién cumplidos, trató de extinguir el fuego por sus propios medios. El hombre cejó en su empeño cuando llegaron en su auxilio varias personas alertadas por la alarma antihumo del aparcamiento, ubicado en la calle San Ignacio de Loyola, mientras los bomberos estaban en camino. Su querido Seat Ibiza quedó calcinado, afectando también el fuego a una moto BMW aparcada a dos metros de distancia. Además, la instalación eléctrica de las cuatro plantas del garaje quedó inutilizada y los vehículos estacionados en las dos plantas superiores no pueden moverse por riesgo de desprendimientos del techo.

Los servicios de emergencia recibieron el aviso pasadas las siete de la tarde del viernes. Unos amigos de la trabajadora del garaje, que había salido del trabajo unos minutos antes, le alertaron de que había un fuego en su interior. Allí, esos mismos amigos encontraron a Ricardo García, conocido popularmente como "Collado" intentando sofocar las llamas con un extintor.

El nonagenario trató entonces de reconstruir lo ocurrido. Ricardo había llegado a media tarde procedente de su finca de Fitoria. Se dio cuenta de que tenía el depósito de gasolina en reserva y comunicó a la trabajadora del garaje que lo iba a dejar temporalmente estacionado en el primer piso, a pesar de que su plaza estaba en la segunda planta. "Mi idea era prepararme, ir a echar gasolina y subir a Los Arenales a dar un pésame", comentó.

En ese lapso de tiempo la trabajadora terminó su jornada. Ricardo procedió entonces a bajar marcha atrás desde la primera a la planta baja. Fue en ese momento cuando empezó a salir humo del capó. "Vi salir una humareda entre los cables y bajé a por un extintor", rememora acerca de un fuego que posteriormente se complicó. "Cuando volví ya se había extendido el fuego a la rueda de repuesto y no había quien lo parara", indica este vecino de Oviedo de origen tevergano.

A pesar de su empeño por acabar con el fuego, las personas que dieron con Ricardo le convencieron de salir del garaje y dejar el operativo de manos de los bomberos. "Vino una ambulancia y querían atenderme. Estaba lleno de hollín, pero me encontraba perfectamente", indica.

Ricardo lamenta la pérdida de un coche al que tenía mucho cariño. "Tenía años, pero estaba muy cuidado, con solo 142.000 kilómetros y mucha gente quería comprármelo", sostiene a la vez que desmiente las informaciones iniciales de que en el interior del vehículo había garrafas de combustible. "Llevaba una garrafa con agua y una lata de aceite, pero nada peligroso", apunta.

El varón, que se presentó con humor como "autor de la liada" celebra la ausencia de daños personales y el escaso impacto de las llamas en otros vehículos. "Hubo hollín y mucho humo, pero no ardió nada más porque estaba lejos de coches y motos", comenta el que fuera conductor de autobús durante 40 años, deseando un pronto restablecimiento de la normalidad en el garaje. "Lo peor es para los que todavía no pueden sacar los coches", suspira el vecino.

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