Ángeles Rodríguez, la octogenaria que falleció a consecuencia de los golpes que le propinó su propia hija en el piso que ambas compartían en Ciudad Naranco, recibió ayer cristiana sepultura en el cementerio parroquial de Lugo de Llanera. El entierro se desarrolló en la más estricta intimidad familiar, aunque no se descarta que en los próximos días se celebre un oficio religioso por el eterno descanso de la víctima del parricidio. La mujer descansa ya justo debajo del nicho que ocupa su marido, fallecido hace dos años. A los pies de la sepultura, una gran corona sirve para dejar constancia del dolor que siente la familia tras un suceso que ha conmocionado a Oviedo. "Recuerdo de tus hermanos y sobrinos", reza la cinta que acompaña a las flores.
Con su madre ya en la tumba, E. M. N. R. permanece en estado grave en la Unidad de Vigilancia Intensiva del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), aunque los médicos no temen por su vida. La hija de la fallecida, que tiene 45 años, se tiró por la ventana del quinto piso que ambas compartían en el número 30 de la calle Augusto Junquera y sufre lesiones importantes. Se arrojó al vacío el pasado viernes, después de llevar al menos una semana conviviendo con el cadáver de Ángeles Rodríguez. E. M. N. R. trató de acabar con su propia vida, cuando una patrulla de la Policía Nacional llamó a la puerta del piso y supo que no iba a poder esconder por más tiempo la atrocidad que había cometido. Los agentes acudieron a la casa para comprobar si todo iba bien después de recibir la llamada de una persona que echaba en falta a su madre desde hacía días y que estaba preocupada por ella. Al verse acorralada, E. M. N. R. saltó por la ventana y acabó estampándose contra una de las terrazas de la parte posterior del inmueble, cuatro pisos más abajo.
Según fuentes próximas al caso, fue el personal de una agencia de viajes con la que la fallecida trabajaba habitualmente la que alertó de la desaparición. Al parecer, la mujer había reservado unos billetes, pero no los había recogido y llevaba días sin dar señales. Motivos por los cuales desde el negocio decidieron alertar a los cuerpos de seguridad para que hicieran una comprobación en el domicilio de su clienta.
Aunque los investigadores ya están rematando el atestado y no tienen dudas sobre la autoría del crimen, el procedimiento legal discurre según el protocolo que suele aplicarse en estos casos. La policía mantiene estrecha vigilancia sobre la hija de la fallecida, pero aún no se le ha tomado declaración y, por lo tanto, no está oficialmente detenida. Las gravedad de las lesiones de la parricida hacen que el riesgo de fuga sea prácticamente inexistente y los investigadores van a esperar a que mejore su estado de salud para dar el siguiente paso.
En caso de que fuese detenida antes de salir del hospital, E. M. N. R. sería trasladada a una de las habitaciones de seguridad que existen en el HUCA para situaciones como esta. En ese caso, la mujer estaría vigilada mañana, tarde y noche por agentes de la Policía Nacional. Otro de los aspectos a tener en cuenta a la hora de proceder es la salud mental de la parricida, que según quienes la conocían llevaba tiempo a tratamiento. "Estuvo más de una semana con su madre muerta en casa, es evidente que no está bien de la cabeza", decía ayer un vecino de Ciudad Naranco, donde no se habla de otra cosas desde el pasado viernes.
Aunque el caso no está bajo secreto de sumario, los investigadores han recibido órdenes de llevar el asunto con discreción. No obstante, según ha podido saber este diario, la policía tiene constancia de que no era la primera vez que E. M. N. R. golpeaba a su madre. Fuentes próximas a la investigación aseguran que los agentes ya se había presentado en casa de las mujeres en varias ocasiones a lo largo de los últimos años tras ser alertados por los propios vecinos del inmueble, acostumbrados a los gritos y los golpes que se escuchaban en el quinto derecha del número 30 de Augusto Junquera. Quienes las conocían aseguran que la madre trataba de proteger a la hija y que nunca quería denunciarla a pesar de sufrir "constantes malos tratos" e incluso "amenazas de muerte".
Quienes conocen a las protagonistas del macabro suceso que conmocionó Ciudad Naranco aseguran que ambas mujeres tenían una difícil relación, pero también saben que Ángeles Rodríguez no fue la única que tuvo que soportar los ataques de su hija. Y es que los conflictos venían de lejos, según sostienen quienes conocían a la familia. "El padre, que falleció hace dos años, ya sufría malos tratos por parte de su hija. Los tenía aterrorizados a los dos desde hace mucho tiempo", explicó un vecino de la zona poco después de enterarse de lo ocurrido. "Esto se veía venir", remató una mujer a su lado.