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El "Tekilazo" revienta Uría y Quevedo pone fin a las fiestas de San Mateo en Oviedo

Treinta mil personas llenan el centro para escuchar a la orquesta asturiana en una fiesta transversal e interminable

El canario despide las fiestas con otro llenazo ante miles de fans que corearon sus canciones entre saltos y perreos

El "Tekilazo" revienta Uría y Quevedo pone fin a las fiestas de San Mateo en Oviedo

Puede que a las once de la noche el "Quédate" de Quevedo, título popular de la sesión con Bizarrap que lanzó a la fama mundial al cantante canario, sonara dos veces en Oviedo. Una, en La Ería, en la voz de su intérprete habitual. Otra, en Uría, en la versión de vientos cumberos del "Grupo Tekila" con el desafío del Dani Parrondo, una de las voces de la popular orquesta asturiana: "¡Que escuche Quevedo!". Y casi podría hacerlo, dada la cantidad de gente, treinta mil según la organización, que se acumuló en el centro de la ciudad para despedir San Mateo, en un "Tekilazo" (como dice su público) interminable y transversal, donde los abuelos con nieto y móvil y los adolescentes al corro del botellón se dieron la mano para cantar cosas como "No dudaría" o "La Macarena" o "Caminando por la vida".

El último día grande de las fiestas de San Mateo logró, así, llenar la ciudad y congregar en el centro una marea humana diversa con ganas de diversión que había ido apurando la tarde con todas las atracciones disponibles en las inmediaciones, fuera el globo aerostático que por fin pudo volar cautivo en la plaza del Fresno, con cola interminable de niños, las distintas atracciones del Campo San Francisco o las terrazas del Bombé. A las diez de la noche, la hora a la que estaba prevista que arrancara la orquesta, el paseo centro de la parte alta del Campo ya era un hervidero y el personal se dirigía al eje Uría-Escandalera a buen paso, los más jovenes cargados de bolsas, los mayores, con cierta expectación incrédula. Allí abajo, ante un escenario parecido (misma ubicación) al que sirvió para la "exMecano" Ana Torroja para inaugurar San Mateo una semana atrás, el público había ido agotando todos los rincones disponibles, desparramándose por toda la plaza de la Escandalera, el paseo de los Álamos y extendiéndose por Uría y hacia el Campoamor. Mucha gente que esperaba con paciencia el inicio de la sesión ante un telón con el logotipo de la orquesta y una banda sonora de éxitos latinos, acordeón y cumbia.

Así transcurrió la siguiente media hora, sin que entre el gentío se pudiera distinguir mucho más, contemplados de lejos, que las diademas de luces led de algún niño pequeño, con orejas de gato y espumillón, los cinco sombreros de colores apilados sobre la cabeza de algún vendedor ambulante senegalés o las nubes de las caladas de "váper" lanzadas aquí y allá.

Vista general de la Escandalera desde el paseo de los Álamos. | David Cabo LNE

Esa marea multicultural e intergeneracional esperaba el "Tekilazo", en especial los chavales de las primeras filas, pero el telón y la descarga de fiesta superenergética no llegó hasta las diez y media de la noche. Se acababa la música ambiente, sonaba algún petardo, alguien con un puntero láser se entretenía en marcar el logotipo del grupo o el reloj de la "Caja" y la banda salía con todo su carga de adrenalina infinita.

Agradecidos y entregados, Dani Parrondo, Marga González y el resto de la orquesta salieron en mallas y con las pilas muy cargadas: «¡Comienza el tekilazo y no puedes parar!». Para arrancar después con la canción de «Oliver y Benji» y todo tipo de formas de corear y de agitar los brazos.

«Grupo Tekila», encima del escenario, no se creían el momento insólito que estaban viviendo. «¡La madre que me parió, 30.000 personas con las manos así, como si fuérais Cristo, vamooooos!», animaba Dani Parrondo antes de lanzarse a «Loco» de Justin Quiles y compañía. Pero también, como si fuera un recuerdo del San Mateo concentrado en una sesión de pachanga, se tiraron por la rumba de Melendi y lanzaron un «Caminando por la vida».

Todo cabe en su cóctel, hasta «La Macarena» con instrucciones: «¿Os acordáis cómo se bailaba esta?». Y, claro, se acordaban.

La banda quiso aprovechar la noche de «guinness» (nunca tanta gente viéndolos) y puso a prueba al público en todo tipo de braceos, fraseos y gritos. Y hasta pudo poner en peligro el parking de Uría cuando pidió a las 30.000 personas que fueran capaces de dar un salto, todos a una, en el momento en que gritaba el «Eeeeeeeh» del éxito de «Los del Río».

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En imágenes: Concierto de Quevedo en San Mateo

La Ería deletrea a Quevedo

Los conciertos en el recinto de La Ería se despidieron por este año con una gran fiesta que congregó a 9.000 personas entregadas al "reggaeton" y con muchas ganas de divertirse en el último sábado de San Mateo. El concierto de anoche, a cargo de Pedro Luis Domínguez Quevedo, conocido musicalmente como Quevedo, a secas, era una de las citas más esperadas por la juventud ovetense, que esperaba eufórica haciendo cola desde horas antes en los aledaños del Carlos Tartiere.

En el concierto más "generación Z" del programa, los jóvenes amenizaban la espera grabando vídeos para TikTok y tirando de altavoces que resonaban al ritmo del pegadizo "Quédate" de la sesión número 52 con el productor argentino Bizarrap, la canción que llevó a Quevedo al éxito internacional en el verano de 2022.

La pasión por el cantante también provocó algún momento de tensión en los prolegómenos de la actuación. Cuatro horas antes del inicio, con una cola que daba ya la vuelta al estadio, la policía acordonó los primeros metros de la fila para solventar los conflictos por ganar posiciones. Además, varias adolescentes tuvieron que ser atendidas por los servicios médicos al sufrir desvanecimientos por las horas de espera sin comer ni beber. En turnos y sin mayor problema, los enfervorecidos fans lograron acceder a la carpa y disfrutar del canario, que le cantó al amor, al sexo y al miedo a la fama. Sus ritmos latinos combinan el reggaeton con más sonidos electrónicos, siguiendo la última moda creativa de países como Puerto Rico.

"Llevo aquí desde las 10 de la mañana", decía Paula Toro, que lucía una camiseta de la Unión Deportiva Las Palmas con el nombre del cantante a la espalda. Pocos metros más atrás se levanta una pancarta de otro Quevedo, Francisco, con la frase "bolsita de Dior cuando sale" de "Cayó la noche", la canción que hizo que ese apellido ya no se asocie sólo a un poeta del Siglo de Oro. Algunos podrían pensar que su "fenómeno fan" sería flor de un día, pero Quevedo ya se ha consolidado como uno de los referentes del género.

El cantante saludó al público con un "buenas noches Oviedo" y su clásico "LPGC, you know" (Las Palmas de Gran Canaria, tú sabes). La cita, enmarcada en su tour "DQE", con el que presenta su primer disco, "Donde quiero estar", no decepcionó. "Vamos a hacer que nos escuchen desde Canarias", insistió el artista. Pocos cantantes pueden presumir en España de tener un público que conozca tan "al dedillo" sus letras. Ni siquiera, la de "Buenas", sencillo lanzado hace dos días en colaboración con el granadino Saiko, se le escapó al respetable.

El de ayer fue el quinto lleno de estas fiestas, tras los tres de Melendi y el de Camela, aunque no hubo demasiados agobios para moverse por la carpa pese a los saltos y los "perreos", que se intensificaban con temas como "Columbia", "Wanda" o "El Tonto". Tampoco fue impedimento el precio de las entradas (44 euros), dado el elevado caché del cantante, que, según desveló el Concello de Vigo, supera el medio millón de euros por actuación.

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