El Arzobispo muestra en la misa de Navidad su preocupación por las guerras, los fanatismos y "la mediocridad que nos gobierna"

Una multitud de feligreses venera al Niño Jesús en la Catedral de Oviedo en la tradicional cita del 25 de diciembre

El arzobispo Jesús Sanz-Montes, durante la misa de Navidad en la Catedral de Oviedo.

El arzobispo Jesús Sanz-Montes, durante la misa de Navidad en la Catedral de Oviedo. / Miki López

En medio de un sol radiante, el Niño Jesús congregó a un buen número de feligreses en la tradicional misa de Navidad de la Catedral de Oviedo. El Arzobispo, Jesús Sanz Montes, presidió la celebración religiosa de ayer al mediodía, que duró más de una hora y alternó la música con la homilía. El prelado pronunció un discurso en el que volvió a mostrar su preocupación por algunos temas que afectan a la sociedad. «La Navidad es una época entrañable, donde Dios viene a abrazar a nuestra malherida humanidad», expuso. Como ya hizo en otras ocasiones, aprovechó el discurso para lanzar un dardo a «la mediocridad que nos gobierna». En la misa del pasado año, Sanz Montes ya habló de los políticos que mentían para mantener su silla, en alusión al reelegido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. 

Después, citó como principales problemas por los que estar preocupado a las guerras, aunque sin mencionar directamente a Ucrania y a Gaza. También alertó sobre el peligro de los fanatismos, aupados por los miedos. «Los miedos hacen que los desalmados hagan de las suyas», espetó el prelado. Otro de los temas principales de la misa fue vivir el momento. «Para entender el espíritu de la Navidad cristiana hay que encontrarse en las certezas y las dudas del presente de cada uno», remarcó después de la lectura de varios fragmentos de La Biblia. Más allá de la homilía, de unos 20 minutos, la protagonista de la misa fue la música. La Schola Cantorum de la Sancta Ovetensis, dirigida por Sergio Martínez, acompañó la liturgia y contribuyó a enviar «el mensaje de amor y esperanza» de Jesús que, según explicó Sanz Montes, renace cada año entre los fieles con unas celebraciones navideñas que «nos hacen reencontranos con nuestros seres queridos entre el sabor a mazapán y el sonido de los villancicos».

"Hay problemas por los que estar preocupado como las guerras y los fanatismos", dijo Sanz Montes

Precisamente, con un villancico, el clásico «Campana sobre Campana», terminó la consistente actuación del coro catedralicio, antes de que el Arzobispo desease «Feliz Navidad» a «todos los hombres y mujeres de buena voluntad». Tras la multitudinaria comunión de los fieles, que duró unos cinco minutos, también hubo un recuerdo para los difuntos: «Rezamos por sus almas y los echamos en falta en estas fechas tan señaladas».

La tradición de besar al Niño Jesús durante la misa de Navidad de la Catedral había quedado aparcada en las últimas tres ediciones por la pandemia de la covid. Y parece que esta situación se prolongará en el tiempo pese a que ya no existan restricciones sanitarias. Este año, el arzobispo sí que besó la imagen del mesías, pero los feligreses asistentes a la eucaristía se conformaron con ver la imagen del niño desde la distancia. Multitud de ellos se acercaron al altar al término de la misa para celebrar el día «grande» de una época, que según Sanz Montes, «llena el corazón y las calles de la más sana alegría frente al cansancio del día a día».

Tracking Pixel Contents