Fernando Aramburu: "Me costó ‘despoetizarme’; por la noche contaba endecasílabos"
"Voy colocando los personajes como si fueran piezas de ajedrez", cuenta el novelista sobre su proceso creativo

Fernando Aramburu, a la izquierda, y Chus Neira. / Analía Pello
El escritor Fernando Aramburu (San Sebastián, 65 años) es uno de los mejores autores de la literatura en castellano, por su estilo depurado con el idioma y por su capacidad narrativa. Así lo presentó ayer en una nueva edición de las Tertulias del Campoamor el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Chus Neira. A lo largo de la conversación que entablaron, el público fue descubriendo lo qué hay detrás de la extensa obra de Aramburu, que se dio a conocer entre el gran público con "Patria" y que ahora presenta "El niño", nueva entrega de su saga "Gentes vascas", con una trama vinculad a una explosión de gas en un colegio de Ortuella (Vizcaya) que el 23 de octubre de 1980 acabó con la vida de 50 niños y tres adultos.
Aramburu dejó claro que para escribir sus novelas necesita tener "una implicación emocional" con el tema que va a tratar. Así le pasó con el suceso de Ortuella, que le marcó especialmente al haber sido profesor durante muchos años en una escuela pública de Alemania.
Se mudó a ese país a mediados de los ochenta, cuando ya había aterrizado en la literatura por medio de la poesía. "Es mi vocación. Sigo necesitándola y buscándola en la obra de otros, pero necesitaba contar cosas que estaban pasando en mi vida y sentía que solo podía hacerlo con la prosa", explicó. Uno de los aspectos que veía imposible introducir en poemas era el humor. "Es algo que me ha llevado a muchas discusiones con colegas", confesó.
Dedicó un año a "despoetizarse" y forzarse a escribir en prosa, una tarea que le costó un gran esfuerzo. "De noche, unos cuentan ovejas o hacen cosas más perversas, yo contaba octosílabos y endecasílabos", bromeó.
Lo consiguió y estuvo ocho años seguidos escribiendo "Fuegos con limón", su primera novela . "No sabía escribir novelas, pero decidí que iba a aprender haciendo una", expuso. Aramburu dijo ser novelista las 24 horas del día, pero una vez publicada la obra, huye de observarla en demasía: "Mi vinculación con un libro es la misma que puede tener un cocinero o un relojero. Pero cuando uno pone punto y final a su obra, tiene ganas también de perderla de vista. Algunas veces se me olvida el contenido".
Aunque hay un personaje de "El niño" que difícilmente olvidará. "Nunca me meto en el pellejo de ellos, pero con el abuelo Nicasio me pasó algo excepcional. Tuve una relación emocional con él y es algo que los lectores han notado", afirmó. Y explicó que ello se debió a que nunca conoció a sus dos abuelos, y a que mientras escribía el libro le comunicaron que iba a tener un nieto. El personaje lleva el nombre de Nicasio, que era un compañero de docencia que tuvo en Alemania y con el que ya no mantenía el contacto. "Los escritores hacemos este tipo de homenajes", agregó. Pensaba que no se iba a enterar nadie y al presentar el libro en Madrid se topó en la cola con una hija de Nicasio, ya fallecido.
Otra de las "casualidades" de la tarde fue la presencia en el salón del té del Campoamor de Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia (Cáceres), que saludó a Aramburu, orgulloso de que su localidad aparezca en su última obra, ya que Ortuella había acogido a muchos emigrantes extremeños por su condición minera.
El autor terminó hablando de su meditado proceso creativo, en lo que lo primero es pensar el hilo conductor, el lenguaje y el final y luego ya se diseña la trama: "Voy colocando los personajes como si fuesen piezas de ajedrez. Pero siempre estoy abierto a que se me ocurran otros".
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