La ovetense Mónica Rodríguez gana el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil
La autora suma a su palmarés el reconocimiento del Ministerio por el libro "Umiko" cuando cumple quince años de su trayectoria como escritora

Mónica Rodríguez, en una fotografía promocional. / LNE
El 1 de octubre se cumplirán 15 años desde el día en que la física Mónica Rodríguez se convirtió en la escritora Mónica Rodríguez, así que el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil que ayer a la una de la tarde supo que acababa de ganar en conversación telefónica con el ministro Urtasum es, admite, "más que un cumpleaños un cumplevidas".
Mónica Rodríguez (Oviedo, 1968) empezó a disfrutar una excedencia de su puesto en el Centro de Investigaciones Energéticas (Ciemat) en aquel otoño de 2009 y desde entonces ha publicado más de sesenta libros y lo ha ganado casi todo: el "Ala Delta", el "Anaya", el "Alandar", el "Gran Angular", el "Cervantes Chico", el "Edebé", el "Kiriko", el "Barco de Vapor" y, ahora, el Nacional. "Son palabras mayores y recibirlo es un gran espaldarazo a todo este camino", confiesa por teléfono, todavía "emocionada, feliz, nerviosa y con el corazón a cien desde que le llamaron del Ministerio de Cultura.

"Umiko", el libro premiado.
El premio le llega por una obra, "Umiko" (Diego Pun), realizada junto al ilustrador Daniel Piqueras Fisk. Ambientada en Japón, en el mundo de las amas (buceadoras que recolectan ostras, algas, caracolas), describe un amor adolescente y retrocede en la historia para sumar otra relación ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Texto y cómic se dan la mano, como Rodríguez y Piqueras decidieron desde el principio, con la idea de dar tanta importancia al texto como al cómic.
El jurado basa su premio en "la sonoridad, dominio de los registros y por la belleza del relato en este particular universo genialmente construido a través de una exhaustiva labor de investigación y documentación". Además, reconoce "la capacidad para conectar con el público al que va dirigido y al que acoge y atrapa desde el principio". "Umiko", concluyen, "destaca por la excepcional calidad narrativa que alberga una original, evocadora y dinámica historia con olor a mar".
"Escribir desde la mirada apasionada del niño, del joven, me gusta y me llena mucho"
La escritora ovetense explica que la literatura infantil y juvenil a la que se ha dedicado todos estos años le sale "de manera natural". "Es lo que me gusta, me gusta mucho la mirada apasionada de los niños, de los jóvenes, escribir desde ahí me llena mucho y creo que es igual de profunda y compleja como la de adultos". Esta dedicación le ha permitido también estar en contacto con esos niños y niñas, chavales, adolescentes, lectores que, valora, "suelen ser muy sensores y hablar desde lo que de verdad sienten". "Se aprende mucho de sus miradas".
Rodríguez, que celebra la existencia de maestros y profesoras que inoculan en las aulas el virus de la lectura, es optimista con reservas. "Es verdad que es una competición muy fuerte con los videojuegos, con la tecnología, pero cuando se trabaja desde casa y desde las instituciones, aunque el camino sea lento y difícil, los que llegan ahí no abandonan".
El virus, en su caso, se lo debe a la madre, "grandísima lectora" y a la biblioteca de su abuelo, poseedor de una enorme biblioteca de la que ella se surtía ante su regocijo, que transmitía de forma ostensible incluso cuando ya tenía dificultades para comunicarse. "Se alegraba mucho de que estuviera rebuscando entre sus libros".
Hija del desaparecido rector Julio Rodríguez, Mónica trasmitió luego esa pasión a sus hijas, Marta, Paula y Lucía, que siguen siendo sus primeras lectoras cuando todavía las "engaña" y a cuya formación universitaria, bromea la madre, también ayudará la dotación de este Premio Nacional.
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