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Éxito coral de la OFIL y "El León de Oro" en el Auditorio

La sinfónica ovetense y la agrupación luanquina, bajo la experimentada dirección de García de Paz, ofrecen un sublime y sentido concierto

"El León de Oro" y Oviedo Filarmonía, sobre el escenario del Auditorio, bajo la dirección de Marco Antonio García de Paz. | David Cabo

"El León de Oro" y Oviedo Filarmonía, sobre el escenario del Auditorio, bajo la dirección de Marco Antonio García de Paz. | David Cabo

Pablo Siana

Pablo Siana

Oviedo

Interesante concierto "made in Asturias" el de ayer en el Auditorio, dentro del ciclo organizado por la Fundación Municipal de Cultura, en colaboración con LA NUEVA ESPAÑA. "El León de Oro", el coro asturiano más internacional, lo llevará mañana a Santander, de nuevo con Marco Antonio García de Paz asumiendo la dirección total, del coro y de la OFIL, la Orquesta Oviedo Filarmonía.

García de Paz cuenta con el bagaje de muchos años trabajando, desde Covadonga hasta Luanco, de Madrid hasta Andalucía, y recorriendo medio mundo con la agrupación coral luanquina. Dirigir el "Réquiem" de Cherubini es un espejo donde mirarse, más Bruckner y la "Sinfonía en fa menor (Studiensymphonie)", de 1863, y mayor reto aún el aunar en ambas obras no solo un compromiso con la música sacra, también una religiosidad que trasciende creencias religiosas por su magnificencia musical y su atemporalidad.

Bruckner abrió el concierto con la OFIL, capaz de transitar por programas variados, cómoda y convincente con el maestro gozoniego al frente. La "Studiensymphonie" WAB 99 demostró ser mucho más de lo que su título sugiere en cuanto a composición, y no digamos en lo que se refiere a interpretación, de los cuatro movimientos.

García de Paz colocó la orquesta en disposición vienesa, para jugar con la tímbrica y los balances logrando contrastes muy satisfactorios en matices y tempi desde una sonoridad romántica muy "coral" en todas las secciones.

El "Réquiem en do menor, op. 21", de Cherubini, es auténtico "progreso por volver a lo antiguo", como escribiría Verdi, y una obra que Beethoven pidió para su entierro, una revolución para los románticos que la tomarán como modelo de misa de difuntos, enlazando en parte con el organista de Linz. Se trata de una obra sinfónica coral sin solistas, introspectiva y grandiosa a la vez, sobrecogedora, que solo se puede afrontar con un conocimiento profundo por parte de todos, como el que García de Paz mostró ayer llevando a su coro de la mano, con una colocación que a los "leónigans" –los incondicionales de "El León de Oro"– no les sorprendió: bajos y tenores en el centro flanqueados por sopranos y altos. Fue una verdadera simbiosis de apuesta sonora que redundó en una interpretación "de autor", magnífica, sublime y sentida por todos.

Ayer, lamentablemente, no faltaron apagones varios y móvil incansable antes del Pie Jesu.

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