El nuevo tesoro de Camarón, una joya escondida en Oviedo

Se publica el concierto del cantaor de 1991 en San Mateo, uno de los últimos que dio antes de morir, conservado en una grabación digital durante treinta años

Camarón y Tomatito, durante el concierto de 1991 en Oviedo.

Camarón y Tomatito, durante el concierto de 1991 en Oviedo. / LNE

Chus Neira

Chus Neira

La leyenda del tiempo es escuchar la voz de Camarón treinta y tres años después en aquella buena noche de septiembre, viernes 13, plaza de toros de Oviedo, en las fiestas de San Mateo, y tiritar de emoción al escuchar a José Monje Cruz arrancarse por bulerías, el murmullo eléctrico del público, el toque del Tomate. Algo así debió de sentir Boby García hace cinco años, el día que reorganizaba cajones en casa, encontró la cinta que había grabado aquel día de 1991 y se puso a escucharla. Lo mismo experimentó el hijo del cantaor, Luis Monje, la discográfica Universal y, a partir del próximo 29 de noviembre –fecha de lanzamiento– todo aquel que se haga con el inédito. El disco, en formato triple (vinilo, Cd y casette), se edita con extenso libreto y materiales extra que incluyen el artículo de previa publicado por LA NUEVA ESPAÑA.

El hallazgo del inédito de Camarón tiene todavía más valor por varias circunstancias materiales e inmateriales. Entre las primeras, que la grabación se realizó en formato digital, algo inusual en aquellas fechas, y, como tal, es una de las pocas del artista con esa calidad. Boby García explica que en aquellos años todos los técnicos de sonido eran autodidactas, y una forma de mejorar era grabar el concierto en casette, directamente a la mesa de sonido, y luego escucharlo en casa para estudiar fallos y pensar en mejoras. Pero aquella semana había llegado a su tienda de Pronorte un DAT de Yamaha, un nuevo formato de grabación digital en cinta. Y decidió probarlo para sonorizar a Camarón y a Tomatito.

Otra singularidad del recital es que Camarón, ya muy tocado por el cáncer de pulmón cuando actuó en Oviedo, no ofrecería muchos más recitales: una actuación en Televisión Española, otra en el teatro Andalucía de Cádiz en diciembre y la última, en enero de 1992, en el colegio mayor San Juan Evangelista de Madrid. José Monje falleció el 2 de julio de aquel año, con lo que el concierto de Oviedo viene a ser un testamento musical, el legado de un maestro. Porque la noche, y aquí lo inmaterial, alineó astros y propició el milagro.

"Era una noche de septiembre asturiano, agradable", rememora Boby García, "con el público muy predispuesto, y él estuvo muy bien. Se le dio la noche. Y eso que ya estaba muy deteriorado por la enfermedad. Mis técnicos tuvieron que ayudarle a subir la rampa, pidieron que no encendieran las luces hasta que no estuviera sentado, y al acabar las canciones necesitaba ser atendido por su médico. Pero cantar... Yo lo vuelvo a escuchar ahora y me doy cuenta de que técnicamente tenía una afinación perfecta. En el mundo del flamenco al cantaor se le permiten ciertas salidas de tono con esa energía que tienen, pero a este no se le iba ni un milímetro. Fue un concierto redondo".

El nuevo tesoro de Camarón, una joya escondida en Oviedo

Crónica del recital en LA NUEVA ESPAÑA. / LNE

La impresión es mayor al pensar en la enfermedad de Camarón y en ese recital en estado de gracia pero al límite, lo que explica también que después de cuarenta minutos, muy consciente de sus límites, el artista acabó y se retiró, sin despedidas pero con el público rendido.

El periodista Javier Blanco, cronista de la información musical durante más de treinta años en LA NUEVA ESPAÑA, lo recuerda también con esa sensación de momento irrepetible. "Él mostró sus dotes y dejó claro por qué el mundo requiere su voz", reflexiona ahora sobre aquel concierto cuyo artículo de previa se reedita junto a la edición del concierto. "Camarón", disecciona Blanco, "provocaba con su voz una satisfacción continua que hasta los no iniciados en el género admirábamos. Fue el enlace que tejió entre generaciones". Y luego están los detalles, que tampoco se le escapan: "Eso de oírle cantando de nuevo lo que cantó hace más de treinta años y decir, nítido, ‘¡Venga, Tomate!’, el guiño que hizo a la mina, será un chorro de recuerdos para todos los que estuvieron allí y desempolva sentimientos varios".

Efectivamente, la grabación comienza con unas palabras, de las pocas que dirigió al público, que ya predisponen al milagro: "Bueno señores, buenas noches. Voy a empezar cantando un poquito por alegrías y luego me pedís lo que queráis, gracias". Como sugiere la discográfica Universal en la promoción del lanzamiento, "no hay efectismos ni distracciones, es un concierto para la historia". Junto al arte inagotable de cantaor y guitarrista y a la calidad del formato digital, Boby García puso las herramientas justas para que la huella de la noche fuera tan nítida y emocionante. "Sonoricé de una manera precaria", admite, "con un micrófono Shure para la voz y un AKG para la guitarra, no puse ni ambiente, pero curiosamente el micro de Tomatito es de condensador, y capta muchos matices, también el ambiente del público, y hay una interacción muy natural con los jadeos, los aplausos. Le da un ambiente muy íntimo, tiene duende".

Cuando redescubrió la cinta, Boby García supo que ese material tenía que entregárselo a la familia de Camarón. A través del batería asturiano Tino di Geraldo se puso en contacto con La Chispa, la viuda del cantaor. Ella le remitió, a su vez, a su hijo Luis Monje. Con un ritmo algo guadianesco, el proyecto fue avanzando. Monje se encargó de la producción y el original, que Boby García había masterizado en su estudio doméstico recibió los ajustes finales en los famosos Sterling Sound de Greg Calbi y Steve Fallone.

Para completar la edición, que incluye portadas en distintos colores en el vinilo, Universal sumó un largo folleto que, además del testimonio del periodista Javier Blanco, suma las reflexiones de artistas como Antonio Carmona, Bunbury, Rosalía, C. Tangana o Estopa, entre muchos otros.

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