Bárbara Mingo "acaricia" el "Tigre Juan" con una obra de "alto vuelo y disfrutable"
La autora santanderina se lleva, "abrumadoramente agradecida", la 46.ª edición del galardón con "Lloro porque no tengo sentimientos"

Detrás, por la izquierda, David Álvarez, Bárbara Mingo, Fernanda García Lao, Pedro Sánchez Lazo y Javier Gámez. Abajo, Blanca Mejía, Diego Morcillo, Uxue Davalillo y María Monge. / Luisma Murias
La escritora cántabra Bárbara Mingo "acarició" ayer a un tigre en la fiesta literaria que fue la entrega del premio "Tigre Juan" en su 46.ª edición. Mingo (Santander, 1978) fue la ganadora con "Lloro porque no tengo sentimientos" y se mostró "abrumadoramente agradecida". Consideró "un honor compartir con escritorazas" un momento así. Y en la lista de gratitudes no faltó una muy felina: "Al Tigre Juan por dejarse acariciar". Fernanda García Lao (Mendoza, Argentina, 1966) quedó finalista con "Teoría del tacto" (editorial Candaya). Además se falló el 8.º certamen joven de relatos cortos, la apuesta por nuevas y buenas promesas.
El jurado eligió "Lloro porque no tengo sentimientos" (editorial La Navaja Suiza), volumen que recoge artículos de la autora publicados a lo largo de los últimos años, porque "propone una literatura de alto vuelo sin dejar de ser, por ello, absolutamente disfrutable; un acto de libertad creativa que salta, con descaro y desenfado, sobre convenciones literarias y géneros fosilizados que tantas veces constriñen la originalidad del creador".
Un total de 422 obras narrativas y 132 relatos se presentaron a un galardón literario que convirtió a la capital asturiana en capital nacional de la cultura en el escenario del Auditorio "Príncipe Felipe", como destacó Pedro Sánchez Lazo, presidente de "Tribuna Ciudadana", organizadora del galardón. Y resaltó un dato significativo, especialmente en una jornada reivindicativa como la de ayer: las cinco finalistas son mujeres.
Tras un alegato a favor de la lectura de "buena literatura" para que los ciudadanos puedan ser "más libres" en unos tiempos donde las redes sociales pescan muchos bulos y medias mentiras, Sánchez Lazo dio paso a las palabras de David Álvarez, presidente de la Fundación Municipal de Cultura, satisfecho de vivir "uno de esos días en los que la vida ovetense se viste de gala". Y de "literatura" con mayúsculas. ¿Cómo sería nuestra vida sin lo que un libro nos transmite?, se preguntó.

Bárbara Mingo. | Luisma Murias
Podrían responder atinadamente los jóvenes galardonados con sus cuentos. En la categoría "A" de 12 a 17 años venció "Olvidado recuerdo", de Uxue Davalillo Pardo, de Basauri (Vizcaya), siendo finalista "Nuez moscada", de la madrileña María Monge. En la categoría "B" (de 18 a 30 años), la distinción recayó en "La gravedad", de Diego Morcillo (Getafe). Blanca Mejía, también de Getafe, quedó finalista con "Amigo".
Tomaron la palabra –cedida por Javier Gámez en nombre de "Tribuna Ciudadana"– quienes vivieron una velada inolvidable para compartir sensaciones y emociones alimentadas por el amor a las palabras. Davalillo destacó el origen del premio en una ciudad tan literaria y recordó la importancia en su vocación de sus profesoras de Lengua y la influencia eterna de García Lorca. Monge señaló que, a sus 17 años, tiene claro que solo las palabras pueden ayudarla a "explicar el revoltijo" que vive en su interior. En sus entrañas.
Morcillo puso énfasis en lo importante que es para la gente joven un empujón así, que "da alas" para seguir recorriendo un "camino incierto". Reflexión compartida por Blanca Mejía a la hora de valorar un "impulso institucional" muy importante para los "jóvenes con pasión creativa".
La finalista del premio principal, Fernanda García Lao, advirtió desde el principio: "Soy muy emotiva". Y lo demostró con unas palabras a veces trémulas al recordar que la feliz jornada llegaba "después de atravesar enormes duelos". ¿Cuántas veces puede dar vida un libro?", preguntó sin disimular, ni falta qué hacía, la emoción que la embargaba, tratando de mitigarla con humor calificándose como "esta llorona que viene del otro lado del Atlántico". Pero es que había un motivo extra para que sus ojos se humedecieran: "Mi madre fue concebida en Avilés y decía que su alma era asturiana. Y la mía también".
La buena música se hermanó con la buena literatura gracias a Iván Patón, un pianista de solo 17 años que demostró su prometedor talento con la música genial de Beethoven y Granados.
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