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Un Mesías solemne y emotivo: así fue la clásica cita musical de Navidad en Oviedo

La Fundación Princesa de Asturias despide el año, ante un auditorio Príncipe Felipe abarrotado, con buen sabor de boca y un resultado aceptable por parte de los intérpretes, entre los que destacaron las voces agudas del cuarteto solista y el coro, en una velada que ya es imprescindible para los melómanos asturianos

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Oviedo

La Fundación Princesa de Asturias ofreció anoche su tradicional concierto de Navidad en el que, cada año, repasa buena parte de los números musicales que conforman el oratorio más célebre de Haendel, "El Mesías". La popularidad de este evento, erigido en uno de los imprescindibles de los melómanos del Principado, quedó sobradamente demostrada con la entrada que presentaba el Auditorio Príncipe Felipe, abarrotado a pesar del "Viernes de ópera" en el Campoamor y el último programa del año en la Sociedad Filarmónica.

Pero en esta antesala ovetense de la Navidad faltaba la nota solidaria y emotiva. Con todos los protagonistas sobre el escenario, José Esteban García Miranda (director del Coro de la Fundación Princesa de Asturias) se dirigió a los asistentes para dedicar el concierto a los fallecidos y afectados por la dana, recibiendo una cálida respuesta del público en forma de aplausos.

Musicalmente, la velada se estructuró en dos partes, con unos resultados aceptables por parte de los intérpretes, donde destacaron las voces agudas del cuarteto solista y el coro.

La soprano Pilar Alva Martín exhibió una voz redondeada y mostró un gusto exquisito a la hora de realizar diferentes ornamentaciones vocales. Por su parte, Arnaud Gluck -que ya pisó el Auditorio ovetense hace un par de meses en la velada inaugural del ciclo "Conciertos del Auditorio"- resolvió con brillantez las coloraturas, imprimiendo gran expresividad a sus intervenciones.

Brillo y solvencia

Alberto Palacios (tenor) y Christoph Filler (barítono) cumplieron en sus respectivos papeles, sin el brillo de sus colegas, pero con solvencia. Ambos lucieron un caudaloso registro central y una notable proyección.

El coro de la Fundación Princesa fue el otro gran triunfador. Sus voces se mostraron equilibradas y bien empastadas, sin perder volumen en las fugas y mostrando una flexibilidad extraordinaria hacia los cuestionables "tempi" de Martín Baeza-Rubio. El director optó por una primera parte pesante (que propiciaría la tardía salida del Auditorio), apostando por una velocidad mucho más ajustada a los estándares en la segunda mitad.

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), en una plantilla reducida ideal para enfrentar este tipo de repertorio barroco, no mostró la solidez a la que nos tiene acostumbrados en los últimos meses, aunque dejó momentos de lucidez en "The trumpet shall sound".

El concierto se dentendría antes de encarar su página más famosa, el "Hallelujah", por la indisposición de una persona del público. Baeza-Rubio, muy empático, se volvió hacia los asistentes transmitiéndoles la calma necesaria hasta que se solventó el problema y, esta vez sí, se interpretó el coro de Haendel, culminado con una gran salva de aplausos.

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