El brindis más leído del año, así fue el tradicional vermú literario de Navidad en Matadero Uno

Una treintena larga de autores y centenares de lectores participaron en el evento, con firma de autores, corrillos y mucha literatura

Vista general del vermú navideño, ayer, en la librería Matadero Uno.  | DAVID CABO

Vista general del vermú navideño, ayer, en la librería Matadero Uno. | DAVID CABO

Chus Neira

Chus Neira

Correr la carrera de Papá Noel o ir a Matadero Uno a conseguir un ejemplar firmado por un autor. Ayer al mediodía en Oviedo los que no fueron a la carrera popular se apuntaron al ya tradicional vermú navideño de la librería de la plaza de Riego. Es una exageración, pero, salvando las distancias, la concentración de gente por metro cuadrado a lo largo de toda la calle Uría y en la planta de arriba del local encaramado a los restos de la muralla medieval fue parecida.

La firma "tralfamodoriana", un término que homenajeaba a unos de los personajes de "Matadero cinco", la novela de Kurt Vonnegut que unió a los responsables de este negocio, no fue precisamente extraterrestre, pero sí muy diversa y animada. De la treintena larga de autores convocados solo se echó en falta a Jon Bilbao –ausente por enfermedad de uno de sus niños, explicó alguien–, y el resto fueron repartiéndose por la librería a medida que subían las escaleras en pequeños corrillos, asaltados en ocasiones por la petición de algún lector para conseguir una firma, animados en la sucesión de cenáculos repartidos por la sala. La excepción a esa dinámica que animó durante toda la mañana la librería la protagonizaron Alfonso Zapico y Ángel de la Calle. A los dos dibujantes se les cedió un espacio más amplio y cómodo para que pudieran dedicar bocetos e improvisar algunos trazos. El resto de autores obró sobre la marcha. Buscando bolígrafos donde no los había, arrodillándose para hacer mesa en una de las piernas y poner la firma...

De los anfitriones, Leticia Sánchez Ruiz parecía la más estresada, invitando a todos los presentes a que se sirvieran algo, de un lado a otro de la tienda en busca de algo que faltaba. Jorge Salvador, acomodado en la caja de la parte de arriba, despachaba libros divertido con el panorama, el local hasta la bandera lleno de literatura. Desde allí se podía ver cómo Ricardo Labra, Miguel Munárriz y Jorge Ordaz habían montado una tertulia en una esquina por la que en ese momento pasaba Javier Lasheras.

Cerca de las escaleras, en la otra dirección, la poeta y exconsejera de Cultura, Berta Piñán, se saludaba con Laura Casielles, Eduardo Romero, Ricardo Menéndez Salmón y Xuan Cándano.

La poeta Yasmina Álvarez está más cerca charlando con su editor, César García (BajAmar), y Carolina Sarmiento se suma sobre la marcha mientras Aitana Castaño pregunta dónde se puede conseguir un café para Zapico.

En todo ese bullicio hubo mucho lugar para los saludos de los que hacía tiempo que no se veían, para intercambiar algunos números de teléfono olvidados y para improvisar proyectos para el año que viene. La nómina era larga pero merece la pena acabar por nombrarlos a todos. Además de los ya citados, en el brindis más leído del año, se pudo ver a Arantza Margolles, Manuel Astur, Paco Bescós, Ernesto Burgos, Juan Ponte, Luis García, Rosa Valle, Carlota Suárez, Pablo Fraile, Pablo Batalla, David Castañón, Miguel Monteavaro, Javier Pillastre, Ángel de la Calle, Alejandro Basteiro, Eduardo García Blanco, Leticia Sierra, Miguel Rojo, Fernando Fonseca, Ernesto Colsa...

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents