Condenados dos amigos por abusar de una mujer drogada en un bar cerrado del Rosal (Oviedo)

Los hombres se enfrentan a una suma de cinco años y medio de prisión tras quedar probado en el fallo que uno de ellos la penetró y el otro intentó hacerlo al mismo tiempo

Condenados dos amigos por abusar de una mujer drogada en un bar cerrado del Rosal (Oviedo)

A.D./ F.V.

Aprovecharon que estaba drogada y "sumida en un estado de semiinconsciencia y aturdimiento" para abusar de ella sin miramientos. Uno de ellos llegó a penetrarla vaginalmente y el otro intentó hacerlo al mismo tiempo de forma anal, aunque no lo consiguió porque la mujer reaccionó antes. Así se recoge en la sentencia dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial contra dos amigos de Oviedo, que fueron condenados a un total de cinco años y medio de prisión –a cuatro uno de ellos y a 18 meses el otro (por atenuante de alteración psíquica)– por unos abusos sexuales que tuvieron lugar en agosto de 2022 en un bar del Rosal mientras el establecimiento estaba cerrado al público. Uno de los condenados, sobre el que pesa la mayor condena, "tenía las llaves de acceso" del bar. La sentencia aún no es firme para él, ya que la ha recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA). Su amigo admitió los hechos que se le imputan.

Los hechos que se consideran probados en la sentencia se remontan al 19 de agosto del año 2022. El fallo de la Audiencia Provincial refleja que, sobre las nueve y media de la noche la mujer acudió a un conocido bar de la calle Mon con la intención de tomar algo y echar un rato. Una vez dentro, al ir al baño, coincidió con uno de los acusados. Lo conocía solo de vista, pero la invitó a una raya de cocaína y ella aceptó. Cada uno se fue por su lado y ella siguió tomando cerveza, pero al cabo de un rato se encontró de nuevo con el hombre y este volvió a invitarla a esnifar coca. Esta vez ya se quedaron juntos.

Cerveza y cocaína

La sentencia recoge que les dieron las cinco y media de la madrugada del día 20 de agosto y que a esa hora se fueron a otro local, situado en la calle Ildefonso Martínez. Allí se encontraron al segundo de los acusados. Los tres continuaron de fiesta, tomando cerveza y cocaína hasta las ocho y media de la mañana, momento en el que uno de los hombres comentó que las consumiciones en ese local eran muy caras y propuso que se fueran al bar de la calle El Rosal. Él tenía las llaves y allí estarían tranquilos, les dijo.

Al llegar siguieron drogándose y bebiendo. En un determinado momento, siempre según la sentencia, uno de los procesados le quitó a la mujer los playeros y empezó a darle un masaje en los pies. Ella no le dio demasiada importancia porque le había dicho que estaba cansada. No obstante, el hombre "fue subiendo por las piernas y muslos hasta toquetearle en la zona vaginal", a lo que la mujer reaccionó retirándole las manos violentamente. Le dijo enfadada que no había ido a ese bar a tener relaciones sexuales con nadie, "algo que repitió en dos ocasiones". El procesado le pidió perdón, pero al cabo de un rato volvió a masajearla, "llegando de nuevo a su zona genital y apartándole ella la mano de igual modo", según el escrito.

La mujer consumió entonces "una última raya de cocaína" que le proporcionó el hombre que había abierto el bar. Tras hacerlo se quedó "sumida en un estado de semiinconsciencia y aturdimiento que hizo que perdiera la noción de la realidad". De hecho, ella cree que aquella dosis llevaba algo más que cocaína. En ese trance, el que tenía las llaves del local, "la sentó sobre sus rodillas" mirando hacia él, le levantó el vestido, le apartó las bragas y la penetró vaginalmente. Al mismo tiempo, el otro acusado, "consciente también del estado de la mujer", trató de penetrarla analmente sin conseguirlo. Cuando la víctima recuperó la conciencia, escuchó a los hombres hablar y comentar que el hombre que la penetró había eyaculado dentro de ella, un hecho que él habría admitido.

La mujer se levantó como pudo y se cortó sus pies descalzos con unos cristales que había en el suelo. Tras reprocharles lo que acababan de hacer pidió que le abrieran la puerta para irse. Los acusados trataron de convencerla para que no se marchara, pero ante su insistencia, que a gritos exigía salir, le abrieron la puerta y ella se fue. Cada uno de los condenados tendrá que indemnizar a la mujer con 10.000 euros.

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