La "ópera perfecta" para cerrar la temporada y una petición de Sagi para el Campoamor: "Maquinaria moderna"
"Las bodas de Fígaro" se estrena el 25 de enero y en Oviedo es una apuesta segura, por la música y el libreto, por supuesto, pero también por la dirección de escena, de Emilio Sagi, y la presencia de Oviedo Filarmonía en el foso, con su titular, Lucas Macías, al frente

EN IMÁGENES: Ensayo en el Campoamor de la ópera "Las bodas de Fígaro" / David Cabo
Elena Fernández-PelloE. F.-P.
Si se le pregunta por "Las bodas de Fígaro", Emilio Sagi lo tiene claro: "Me parece una ópera perfecta, el libreto y musicalmente, no hay que tocar nada; es que si no hablaran sería una obra de teatro perfecta". Sagi firma la dirección de escena de una producción que ideó para la Opéra Royal de Wallonie, en la ciudad belga de Lieja, hace tres años y con la que ahora se presenta en Oviedo, su ciudad natal y su segunda casa –o la primera, según se mire–. El último estreno de la temporada lírica ovetense será el del próximo 25 de enero y suena a éxito asegurado, porque además de Sagi, que siempre es bien recibido y generalmente muy celebrado por el público ovetense, en el foso del Campoamor estará la orquesta sinfónica de la ciudad, Oviedo Filarmonía, con su titular, Lucas Macías, al frente.
Eso además de la música de Mozart y el libreto de Da Ponte: palabras mayores. "Las bodas de Fígaro" lo tiene todo, es un espactáculo lírico total. Lo dice el director de escena y lo ratifican los cantantes. "Mozart es un iluminado", sentencia Sagi. Hablar de la genialidad de la partitura, que además es conocidísima, está de más. Otro tanto del libreto que Da Ponte le escribió, adaptando la comedia "La folle journée ou le mariage de Figaro" de Beaumarchais. Con todo ello el 1 de mayo de 1786 estrenaron en el Hofburgtheater de Viena una obra maestra que es toda una celebración de la ópera, con sus momentos bufos, románticos, dramáticos y apasionados, con mucho de crítica social y cierto aire revolucionario, y con su punto feminista, si se le aplican los parámetros contemporáneos.
Los ensayos de "Las bodas de Fígaro" en el Campoamor empezaron hace ya semanas y el montaje empieza a adquirir cuerpo. El decorado está instalado y por él se cuela la luz de un patio sevillano. Gabriela Salaverri tiene el vestuario a punto, aunque sigue atenta a los detalles –un ajuste por aquí, un retoque por allá–. Lo mismo con el maquillaje y la caracterización. Daniel Bianco está al frente del diseño de la escenografía y de la iluminación se ocupa Eduardo Bravo. Nuria Castejón es la coreógrafa y el coro, como siempre, es el titular de la Ópera de Oviedo, Intermezzo, con Pablo Moras en la dirección.
El barítono onubense Pablo Ruiz encarna a Fígaro en el primer reparto de la ópera. Debuta con el personaje. Ya tiene experiencia con "Las bodas de Fígaro" pero interpretando al Doctor Bartolo. El nuevo papel, dice, se ajusta mejor a sus cualidades vocales. La personalidad del personaje, explica, ha evolucionado desde su primera aparición en "El barbero de Sevilla". Si en aquella ópera Fígaro cargaba contra la burguesía, ahora que ha ascendido en la escala social carga contra la aristocracia.
Pablo Ruiz encabeza el reparto con José Antonio López, María José Moreno, Mercedes Gancedo y al preparar su rol ha entendido muy bien la rabia del personaje, la traición, la trama para impedir que el conde ejerza su derecho de pernada con todas las mujeres con las que se cruza, la carga social implícita. Ve "Las bodas de Fígaro" como heredera de la comedia del arte, de la española y la italiana. Él, como Sagi, también opina que "s la ópera perfecta".
Sagi: "Un teatro con programación todo el año necesita maquinaria moderna"
"Hay montones de teatros en Europa con escenarios de igual tamaño que el del Campoamor: Lieja, Laussane, muchos en Italia... No creo que haya que tener complejos con eso. El escenario no se puede hacer más grande, pero lo que hay que hacer es mejorar el mantenimiento: la electricidad, que tenga una maquinaria moderna... Es importante en un teatro que hace ópera, zarzuela y danza, con programación durante todo el año, y hay que hacerlo cada tiempo". Emilio Sagi (Oviedo, 1948) no se cansa de pedir para el teatro Campoamor. Lo hace cada vez que lo visita por trabajo y, por ahora, con escaso éxito. Insiste por el cariño que les tienes al teatro y a la ciudad: "Mis dos casas, las más importantes, son el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, que dirigí durante diez años, y el Campoamor, en Oviedo, que es mi tierra, donde nací". Lamenta que no le escuchen, que se hayan hecho tan pocas mejoras en el teatro y que las que se han realizado no se hayan ejecutado "con los mimbres que tenían que ser". El seguirá yendo y viniendo entre sus dos casas, más cómodamente ahora con la variante ferroviaria. Hoy tenía previsto llegar a Oviedo y el 26 de enero, inmediatamente tras el estreno de "Las bodas de Fígaro", regresará a Madrid, donde el día 29 presenta "La Corte del Faraón".
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