La OSPA se viste de estreno cuando cumple el primer tercio de su temporada

La sinfónica asturiana, junto a la directora Shiyeon Sung y el pianista Alberto Rosado, brillan en la interpretación de "Zafre" y hacen vibrar al Auditorio

La directora Shiyeon Sung, con la OSPA detrás, saluda antes de comenzar el concierto. | FERNANDO RODRÍGUEZ

La directora Shiyeon Sung, con la OSPA detrás, saluda antes de comenzar el concierto. | FERNANDO RODRÍGUEZ

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Oviedo

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) cubrió ayer el primer tercio de su temporada –que cuenta con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA– mediante el quinto programa de abono, titulado "El sinfonismo de Dvorák". Sin embargo, a pesar de interpretar la "Sinfonía número 7 en re menor" op. 70 del compositor nacido en Bohemia, todos los focos estaban puestos en el estreno mundial –con el permiso del concierto del jueves en el Teatro Jovellanos de Gijón– de "Zafre", obra de encargo de la Fundación SGAE y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) de Inés Badalo, compositora hispano-lusa (presente anoche en un Auditorio Príncipe Felipe con una entrada mayor de lo habitual).

"Zafre", con Alberto Rosado como solista, se sirve de todos los registros del piano y de la orquesta para jugar con la tímbrica y la textura, diluyendo la tradicional distinción entre solista y orquesta y generando momentos de cierto efectismo. A pesar de su sonoridad, poco convencional, el público premió con aplausos el estreno y el desempeño, nada sencillo, de la OSPA y Rosado, quien ofreció el "Estudio número 5 (El aprendiz de brujo)" del segundo libro de Ligeti, a modo de propina.

La velada musical, de algo más de hora y media de duración, se había iniciado con la obertura de "Oberón" (Carl Maria von Weber) y concluyó mediante la sinfonía de Dvorák ya citada, que permitió a la directora surcoreana Shiyeon Sung lucirse sobre el pódium, con instrucciones precisas y efectivas, ante una OSPA poderosa, dramática en los dos "allegros", lírica (con unos vientos cálidos y sutiles) en el "poco adagio" y muy elegante en el "scherzo vivace", con una cuerda homogénea y todas las secciones bien ensambladas durante el concierto.

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