Un caso médico excepcional con final feliz

La increíble historia de una ovetense que superó un cáncer de pecho en pleno embarazo: "Mi hija Alejandra es mi milagro y mi luz"

Ana María Álvarez Martín fue sometida a una mastectomía y a quimioterapia antes de dar a luz: "Fue un regalo ver la cara de mi hija"

Cuando el cáncer llega en mitad de un embarazo: la emotiva historia de la ovetense Ana María Álvarez y su hija Alejandra

Amor Domínguez

Oviedo

Al tercer mes de embarazo llegó el peor diagnóstico: tenía cáncer de pecho. La ovetense Ana María Álvarez Martín acudió en 2022 a su cita rutinaria con su ginecóloga privada. Todo fue bien. La especialista le recomendó que al cumplir los cuarenta años pasase por la consulta una vez cada doce meses y cumplió. Y allí fue, en la revisión de 2023, donde le encontraron "algo que les llamó la atención". Eran microcalcificaciones en la mama. Las analizaron y en medio de este proceso, se enteró de que estaba embarazada. Una noticia que llenó de felicidad a la familia; Alejandra –así se llamaría– era una niña muy deseada por este mujer y su marido, residentes en el barrio de Vetusta.

Muy cerca de su casa, Ana María Álvarez, que tiene una empresa de bisutería, echa la vista atrás hacia aquellos angustiosos tiempos. Ahora ha terminado los tratamientos de radioterapia y, curada y convertida en madre de una niña completamente sana, prepara un viaja momentos antes de que la familia viaje a Extremadura, la tierra de su marido, Víctor Llanos, a donde no han vuelto desde que su vida dio un giro radical. Fue el 4 de marzo de 2023. Acudió a la consulta con su marido y su madre y recibió el diagnóstico. "Para mi fue un shock porque no me lo esperaba. Todos pensamos que cáncer es igual a muerte y temí por mi vida y por la de mi hija".

En momentos así, los apoyos son fundamentales y uno de los más importantes que recibió fue del equipo de médicos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). "Se pusieron en contacto directo oncólogos, ginecólogos y cirujanos. Mi caso era excepcional porque estaba embarazada". Pero no era la primera vez que el equipo se enfrentaba a esta situación. Tanto tiempo después, el resultado no ha podido ser más satisfactorio. Madre e hijo están bien.

Desde ese 4 de marzo, las prioridades de Ana María Álvarez cambiaron. "Gracias al embarazo encontré un poco de paz en la enfermedad y sólo estaba pendiente de mí y de mi hija. Le quité importancia a todo lo demás". En ningún momento preguntó a los médicos cuál iba a ser el siguiente paso y casi hasta el final de su embarazo, no buscó su enfermedad en internet. Confió en los médicos y fue día a día. Paso a paso.

En este tipo de cánceres, los tratamientos suelen empezar con los ciclos de quimioterapia; sin embargo, a ella, lo primero que le hicieron fue operarla. Hubo que esperar a que la niña madurase para realizar la intervención, que duró seis horas, con anestesia general para una mastectomía completa y una reconstrucción. Salió peor de lo esperado. A lo largo de la cirugía, analizaron los ganglios y el centinela estaba afectado. "Tenía un tumor infiltrante. Me quitaron diez ganglios y siete estaban afectados". La opción de darle el pecho a la bebé estaba descartada.

El postoperatorio fue duro. Recuerda la presión que sentía en el pecho mientras su barriga no parada de crecer. El siguiente paso era la quimioterapia. "Tenía muchas preocupaciones por si afectaba a la bebé, pero los oncólogos y ginecólogos vieron posible empezar con el tratamiento antes del nacimiento de Alejandra". Dio dos ciclos con 21 días entre uno y otro antes de dar a luz. "Las primeras veces las viví con mucha angustia. Te hablan tanto de los efectos secundarios de la quimioterapia y vas con el miedo a qué te pueda pasar".

Todo en su embarazo estaba pautado. Nada se dejó a la azar. El parto fue natural, provocado en la semana 36 y Alejandra nació el 25 de julio. "Fue muy especial; un momento muy íntimo junto a mi marido". La pequeña nació sana. "Fue un regalo cuando vi la cara de mi hija; ella es mi milagro y mi luz".

Posparto con quimioterapia

Si el posparto es ya de por sí duro, en el caso de Álvarez hay que añadirle que debía continuar con el tratamiento contra el cáncer. "Estaba dando biberones y yo con los efectos secundarios del tratamiento". A los diez días dejó a la bebé en casa en "las mejores manos que son las de mi marido". A ella le tocaba una sesión de quimioterapia de ocho horas. Tras el nacimiento de Alejandra, le pusieron otras dos sesiones más cada veintiún días. Luego llegó el tratamiento semanal, diez sesiones frente a las doce pautadas, por culpa de los efectos secundarios".

Ahora, ya ha acabado la radioterapia. Alejandra tiene siete meses y crece sana y fuerte. "Le hicieron pruebas neurológicas al poco de nacer y todo estaba fenomenal". Mientras tanto, su madre sigue con los tratamientos tras la radio. Entre ellos, una vacuna y la pastilla de quimioterapia. "La niña –concluye– está sana; y yo, estoy libre de cáncer". n   

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