Mercadillos en viviendas que se quedan sin morador: un negocio que causa furor en Oviedo

Carmen Manjón y Covadonga Ovín comenzaron en 2020 a organizar mercadillos en viviendas puestas a la venta o en alquiler

Su actividad servía, por un lado, para vaciar la casa; por otro, para dar nueva vida a cientos de pertenencias. Hoy, la iniciativa de la que fueron pioneras causa furor en Asturias y fuera de sus fronteras

Mercadillos para vaciar casas: el negocio pionero que dos asturianas lanzaron en pandemia y que triunfa en la región

Amor Domínguez

Oviedo

Cuando una casa queda deshabitada, normalmente por fallecimiento de los titulares, sus cuatro paredes se convierten en cofre de lujo con infinidad de objetos. Algunos, recuerdos de toda una vida; otros, más del día a día, pero no con menos valor. Lo que sí tienen en común ambas variedades de artículos es que lo que para unos puede carecer de valor, para otros son tesoros que merecen una segunda vida. Con ese punto de partida, dos amigas, Carmen Manjón y Covadonga Ovín, fueron pioneras en 2020 al montar el primer rastrillo de Asturias en una vivienda particular. Cinco años después, han organizado mercadillos similares en casi cuarenta casas destinadas a venta o alquiler a través de su empresa My Home, una iniciativa que, con la premisa de la economía circular, causa furor en la región y que replican fuera de sus fronteras. Porque, a veces, segundas partes siempre fueron buenas.

Edificio señorial en la avenida de Galicia, de unos cien metros cuadrados largos. A la entrada del rellano, Manjón y Ovín dan la bienvenida antes de comenzar un tour por las dependencias que están inventariando con la ayuda de Celia Martínez. "El salón lo hemos reordenado todo; algunas familias, cuando ven cómo lo hemos dejado, se sorprenden y dicen ‘¡Qué mal gusto tuvimos durante tantos años!’", bromean ambas. Sobre la mesa de comedor, de madera maciza –y también a la venta, porque todo lo está, hasta las lámparas de techo– vajillas y cristalerías de la mejor calidad, dispuestas por lotes. Aunque se pueden adquirir por pequeños grupos de piezas, si se prefiere.

Segundas partes siempre fueron buenas

Detalle de un reloj y bisutería. / David Cabo

La vivienda piloto de su actividad fue la que dejaron los padres de Manjón, en Xivares, en Carreño, tras fallecer. "Mi hermana, que vivió en Budapest, me contó que allí se hacía mucho y decidimos probar", explica, con simpatía y desparpajo, Manjón. Dicho y hecho, se puso manos a la obra con Ovín. Movieron el tema por asociaciones de la zona y por redes sociales y el zoco resultó ser un éxito que les dio alas para continuar.

Su protocolo es meticuloso. Tras el citado inventario, los objetos se valoran y se tasan. En el caso de los más valiosos, se recurre a expertos como anticuarios o marchantes de arte, ya que no es raro que las familias desconozcan el valor de muchas pertenencias. La experiencia también les dice que deben ser cuidadosas con el aforo, porque en una ocasión las visitas las desbordaron. Desde entonces, para que no se repita la situación, han implementado un sistema de citas. El piso que muestran a este diario, que se podrá visitar entre el 27 de febrero y el 2 de marzo, a razón de unas cinco horas por día, ya tiene prácticamente completa la lista de visitas de la primera jornada.

Segundas partes siempre fueron buenas

Una estantería llena de artículos en venta. / David Cabo

En el paseo por las estancias del piso, que hasta hace poco fue hogar, hay de todo. Cámaras de fotos, figuras, bisutería, televisores, equipos de sonido, ropa, libros, electrodomésticos. Como era lógico, al realizar los inventarios también se han topado hallazgos curiosos en las casas. "Una vez nos encontramos el jarrón con las cenizas de un muerto", recuerda Ovín; en otra ocasión, con una escopeta, cargada y con sus correspondientes cajas de munición. Los animales disecados también son comunes.

Como el objetivo principal de Manjón y Ovín es regalar una segunda vida a los artículos y que "nada quede sin vender", dan todo tipo de facilidades. En primer lugar, precios asequibles. "Desde cinco euros uno puede llevarse cosas", afirman. También, si un cliente se ha interesado por un producto que el último día aún sigue disponible, se le llama para ofrecérselo con una rebaja. "La idea es que no se queden sin el producto del que se han enamorado y que se venda todo", subraya Manjón.

Adscrito al piso, también hay un trastero. "Venid que os lo enseño, vais a flipar", dice, emocionada, Manjón. Dentro, un armario lleno de prendas de señora de las más exclusivas marcas como Valentino, Gucci o Moschino, nuevas y con diseños elegantes y atemporales al alcance de todos los que quieran pescar una joya vintage, entre otras muchas, a la que revivir.

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