Aniversario de la Escuela de Aprendices

El exilio de Elorza, ideas nuevas para la Fábrica de Trubia

El economista Roberto Suárez desgranó la vida del general en una ponencia en el Ridea

Roberto Suárez, a la derecha, y Alberto Rodríguez-Felgueroso, en un instante de la ponencia. | LUISMA MURIAS

Roberto Suárez, a la derecha, y Alberto Rodríguez-Felgueroso, en un instante de la ponencia. | LUISMA MURIAS

Oviedo

"Los años en el exilio de Elorza fueron los más importantes de su trayectoria, aunque son los más desconocidos". ¿Por qué? Por su apertura a los nuevos métodos europeos, que importó, y su dedicación al estudio que aplicó a su regreso, con éxito, en la Fábrica de Armas de Trubia. Con esa máxima, que luego desgranó con mucho más detalle el economista y experto en la historia de la Fábrica de Armas trubieco Roberto Suárez, se dio el pistoletazo de salida a una serie de conferencias que acoge el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) para conmemorar el 175.º aniversario de la Escuela de Aprendices de Trubia.

El general Francisco Antonio de Elorza y Aguirre fue el impulsor, a partir de 1844, tanto de la factoría trubieca como del centro educativo adscrito, considerado el decano de la formación profesional en España. Un militar que marcó época y que llegó a admitir, en la orden que ratificó su cese como director, que la mejor etapa de su vida fue en la villa cañonera.

El vasco, nacido en Oñate (Guipúzcoa), luchó contra el absolutismo de Fernando VII, lo que le condenó a salir de España y probar suerte en países como Francia e Inglaterra. "En vez de dedicarse a urdir planes contra el monarca Borbón, se dedicó a estudiar en la universidad", explicó Suárez, que concretó que el militar cursó estudios en Lieja y probablemente en la Sorbona, en París. Después, viajó por fábricas europeas para aprender su manera de trabajar, prosiguió el experto, que habló acompañado de uno de los coordinadores del ciclo, Alberto Rodríguez-Felgueroso.

Volvió a España con un salvoconducto que le dio inmunidad ante la ley para ser el exitoso ingeniero jefe de los Altos Hornos de Marbella de Manuel Agustín Heredia. Tras otro proyecto en El Pedroso (Sevilla) y remediar los problemas con la formación de la mano de obra –unos, se iban al aprender, al no haber contratos como se los conoce hoy en día; otros, los maestros extranjeros, no compartían sus conocimientos– recala en Trubia e idea la Escuela de Aprendices como gran solución educativa.

"Aunque fundada en 1850, su germen fue en 1844", concretó Suárez. En ese momento, ya hay un maestro instructor y Antonio Campa Velasco es el nombre del que podría considerarse el primer aprendiz. Campa Velasco explica en su autobiografía cómo comenzó esa formación.

La "gloriosa historia de la escuela", como la calificó Suárez, comenzó así de la mano de Elorza y graduó a profesionales como los que forjaron los leones de bronce que dan la bienvenida al Congreso de los Diputados.

Las conferencias "Escuela de Aprendices de Trubia, un legado de éxito", de José Antonio López Díaz, y "Presente y futuro de la formación profesional, vistos desde Trubia", de Francisco Díaz de Otazu Guerri, completan el ciclo los dos próximos jueves.

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