Opinión

Oviedo

El análisis de lo que está pasando en el PP de Oviedo: Queipo se toma con calma el relevo y un consenso que se hace esperar

El enroque de Gerardo Antuña, que ha perdido algunos apoyos, dificulta por ahora que Mario Arias concurra al congreso local del partido como candidato único

Álvaro Queipo, durante una intervención ante los dirigentes regionales del PP.

Álvaro Queipo, durante una intervención ante los dirigentes regionales del PP.

El candidato de consenso para presidir el PP de Oviedo, el escenario que todos quieren, pero nadie consigue, se hace esperar. El inicio del proceso para sustituir a Agustín Iglesias Caunedo no ha de demorarse más allá de unas pocas semanas, con los plazos muy estirados en busca de un congreso de candidato único. A la innegable tensión que generan estos procesos internos, la dirección regional del partido le quiere poner algo de calma. Por un lado, a la espera de un último intento por ese acuerdo que no llega, y, por otro, con la confianza de haber salido sin apenas heridas de dos procesos cara a cara, en Avilés y Gijón.

En la capital, los actores principales están de acuerdo en prácticamente todo. Mario Arias, concejal y número dos del equipo de gobierno, es el elegido. Es el hombre de Alfredo Canteli, un alcalde sin carné, pero con mayoría absoluta. En la dirección regional, el presidente Álvaro Queipo no le pondría problemas como candidato único. Tampoco el saliente Caunedo haría fuerza en contra. El final idílico lo impide Gerardo Antuña, un clásico –como Arias– en la capital, fuera de la lista en las últimas elecciones y enrocado en la idea de presentarse, a pesar de que ha perdido algún apoyo entre quienes le animaron hace ya unos cuantos meses y de que son varios los que le han sugerido hacerse a un lado.

Álvaro Queipo, encargado de pilotar los relevos en las direcciones locales –lo ha completado en gran parte de las juntas–, sabe que en Oviedo se juega bastante en cuanto a dotes de mando, pero poco en la unidad del pelotón. Si salvó los "marrones" de Gijón y Avilés, no será el de la capital el que le complique la vida.

En Gijón o en Avilés sí podía estar en riesgo, como le decían, el control del partido, por la facultad que tienen esas juntas locales a la hora de poner nombres en las listas electorales. En Oviedo es más cuestión de imagen que de hechos, pues al candidato a alcalde lo designan desde Madrid y la lista la valida la sede regional; dada la buena sintonía, y con toda la cautela que se ha de aplicar a tan largo plazo, será la que Canteli proponga.

Por eso, Queipo no pisa el acelerador y aguarda a que se desarrollen los acontecimientos. Prefiere esperar a generar inquietud, mientras rumia su incredulidad ante la insistencia de Antuña, una perplejidad que también admite en determinados y discretos círculos el propio Caunedo, por mucho que le diese aliento en el impulso inicial. A Canteli, sin afinidad con quien fue su concejal en el primer mandato antes de retirarle la confianza, la situación empieza a contrariarle.

El apretado calendario político ha impedido avances en las últimas semanas, aunque no han dejado de celebrarse encuentros y cruzarse llamadas entre todos los actores. La llegada de abril debe propiciar ya algunas decisiones para saber si, al fin, el PP de Oviedo celebra su congreso y corona a un nuevo presidente local.

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