Amelia Valcárcel, la filósofa que llevó a Clarín a la ópera: "‘La Regenta’ es una novela que da miedo, te paraliza"

La filósofa pensó hace treinta años que el libro de Clarín necesitaba una ópera y logró hacerlo realidad mucho tiempo después, con Marisa Machado, en una obra estrenada en 2023 que llega ahora al teatro Campoamor de Oviedo, los días 10 y 12 de abril

Amelia Valcárcel, la filósofa que llevó a Clarín a la ópera

Amelia Valcárcel, la filósofa que llevó a Clarín a la ópera / LNE

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

Llega la ópera de "La Regenta" de Marisa Machado a Oviedo (10 y 12 de abril, Festival de Teatro Lírico en el Campoamor) y se cierra un círculo "sorprendente", por más que Oviedo ya no sea aquella Vetusta de hace 140 años. La autora del libreto y primera impulsora de este nuevo molde artístico para la novela de Clarín, la filósofa Amelia Valcárcel, celebra que la obra, una coproducción del Teatro Real y Teatro Español estrenada en octubre de 2023 en las Naves de Matadero, llegue a un Oviedo que a estas alturas "ya está encantado con la Regenta".

"Hubo un momento en que Oviedo, un Oviedo más pequeño, más parecido a Vetusta, no amaba esta novela. Ahora no. Después de los tristísimos sucesos de la Guerra Civil, la burla, el fusilamiento de su hijo, toda esa historia tan negra… Ahora la gente se hace fotos con una estatua, les ponen su nombre a los pubs, llaman a una tienda de comestibles El Magistral. Oviedo se siente orgulloso de haber sido muy bien novelada".

En esa reconciliación admite Valcárcel que hay cierto blanqueamiento, una versión superficial de lo que "La Regenta" supone. "Lo reduces para que se haga popular, y el no entrar en todo lo que es casi parece obligatorio", razona. "Porque la novela es demasiado compleja para que haya una relación cordial con ella. Pero Oviedo ama a su novela y a su novelista, aunque no sé cuántas de esas personas que se hacen la foto han leído o tienen el propósito de leer ‘La Regenta’".

Cuestión muy diferente fue el empeño y trabajo de Amelia Valcárcel por sacar adelante este proyecto. La idea de hacer una ópera le rondaba a la filósofa desde los años noventa. Vistas las distintas adaptaciones audiovisuales (la película de 1974 de Gonzalo Suárez, a quien quiere convencer para que acuda al Campoamor, y la serie de 1995 de Méndez-Leite), consideraba que para captar el aire de la novela, en una historia muy coral y muy fuerte como esta, el mejor soporte era el de una ópera. Lo intentó de diversas maneras, incluso explorando la posibilidad de lanzar una ayuda con cargo al Presupuesto corriente del Principado de Asturias en su etapa de consejera de Cultura. Pero no lo logró. Así que el proyecto se aparcó hasta que en 2002 escuchó a Marisa Machado –"M.M." en cariñoso apelativo de Valcárcel– y supo que había dado con la persona que podía hacerlo realidad.

Amelia Valcárcel, ayer, durante su charla. | David Cabo

Amelia Valcárcel / Chus Neira

A diferencia de Da Ponte y Mozart en Viena, el tándem de libretista y compositora no residía en este caso en la misma ciudad, pero se divirtieron "casi tanto como ellos", ironiza Valcárcel. "Fue reunirse mucho en Oviedo, en Llanes, mucho menos en Madrid, e ir haciendo cada escena. Llevó su tiempo".

A su estreno en Madrid, con éxito de crítica y público, le sigue ahora su estreno en la ciudad madre del drama de Ana Ozores, y Amelia Valcárcel no quiere olvidarse de "las muy buenas maestras" que tuvo para poder reducir la novela al esqueleto de acero del que cuelga el zoológico de Clarín. "Recordaba lo mucho que conoce la novela Carmen Bobes y hablé mucho con ella. También lo mucho que la conoce Marina Mayoral, con la que también pude hablar, y cuando digo zoológico lo digo adrede, porque la mirada de Clarín es muy poco compasiva. La única que se salva es, precisamente, Ana Ozores". Hay en esta última reflexión una diferencia importante entre Clarín, de un lado, y Flaubert y Tolstoi, de otro. "A don Leopoldo, Ana Ozores le suscita pena y ternura, mientras los otros dos fabrican a sus adúlteras, Madame Bovary y Ana Karenina, de otra manera".

Satisfecha con el resultado de una adaptación cuya primera premisa era "no molestar al creador", Valcárcel no puede ni quiere opinar, aplicándose la máxima de que una vez finalizado el libreto ese trabajo deja de ser suyo. Lo que no olvida fácilmente es la primera vez que leyó este relato de cómo una heroica ciudad dormía la siesta y todo lo que había ahí dentro, incluyendo "una joven hermosa y mal casada en medio de un ambiente general deleznable". "La novela es muy dura, y lo que yo recuerdo es esa aprehensión creciente de un miedo que te paraliza, un miedo pánico, porque ‘La Regenta’ es una novela que da miedo. Es algo en lo que coincidía con Ludolfo Paramio, con quien intercambié muchos conocimientos útiles, uno de ellos este que los dos habíamos tenido con la novela de Clarín, esa misma tremenda impresión". n 

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