La historia de Nico, el tuno de 16 años que emocionó en la Madrugá de Oviedo con su llanto cantando el "Santa Bárbara Bendita"

"Me acordé de dos personas muy queridas que perdí este año y me puse en la piel de las familias de las víctimas de Cerredo", explica el precoz guitarrista que contagió sus lágrimas a muchos de los asistentes a la procesión de La Madrugá

"Santa Bárbara Bendita" a sesenta voces en la Madrugá de la Semana Santa ovetense

L. B.

Nicolás Calero tiene 16 años y, según quienes lo conocen, «un corazón que no le cabe en el pecho». Este vecino de Santa Eulalia de Morcín y alumno del IES Fleming de Oviedo se convirtió en uno de los protagonistas del que para muchos fue el «momentazo» de la Semana Santa ovetense. Integrante de la tuna de la Universidad de Oviedo desde hace año y medio, el joven fue incapaz de contener las lágrimas mientras interpretaba el «Santa Bárbara Bendita» junto a unos 60 compañeros durante la procesión de la Madrugá (la noche del Jueves Santo) como homenaje a los cinco mineros fallecidos en Cerredo. «Me puse en la piel de la familia de los mineros y me acordé de dos amigos fallecidos este año», confiesa este estudiante de Bachillerato que aspira a estudiar INEF cuando salga del Instituto. 

Calero califica como «maravilloso» el gesto que tuvieron desde la Hermandad de los Estudiantes de dedicar la procesión a los cinco fallecidos en la mina de Degaña y a las víctimas de la dana de Valencia. «Fueron dos gestos muy bonitos, dio un plus a la procesión respecto a los años anteriores», indicó este joven melómano, que tras formarse en el conservatorio de Mieres llegó a la tuna de Oviedo a través del grupo «Vuelta Abajo», al que se refiere como «el principal afluente de la tuna». 

El joven tuno, que además juega al Rugby en el Real Oviedo, todavía se emociona al explicar que durante los algo más de tres minutos que duró la interpretación del himno minero frente a la imagen del Cristo de la Sentencia solo le venían a la cabeza recuerdos de personas que ya no están. «Me acordó de Luis García, un tuno recién fallecido que era como mi abuelo, y de Ángel Rodríguez, un amigo de la familia que siempre siguió mi trayectoria musical», rememora el chaval. 

Sus imágenes, captadas por LA NUEVA ESPAÑA, llorando a llanto, echándose la mano a la cara y haciendo de tripas corazón para entonar el «Santa Bárbara Bendita» han tenido, asegura, mucha trascendencia. «El viernes me paró una señora por la calle y me preguntó si era el niño que lloraba en el vídeo», relata.

Además, la escena ha dado pie a que sus compañeros de filas le hayan puesto un mote cariñoso. «Me llaman ‘llorerías’ y cada vez que empezamos una canción me dicen bromeando que aguante sin llorar», explica el músico, sin mostrar ni una gota de arrepentimiento por haber mostrado sus sentimientos en público. «Estas cosas nos pasan a los que sentimos la música. Una historia más para contar en el futuro», concluye el tuno que emocionó a los fieles a la Madrugá. n

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